Vitoria. Los valores se pierden, la educación personal y profesional es cada vez peor y está más influenciada por principios morales que se van perdiendo", rezaba José Mourinho allá por el mes de junio entablando una reflexión acerca de la situación global del fútbol. Filosofando por la vida, el aparentemente preocupado entrenador portugués estaba pendiente de impartir su particular golpe de efecto al ámbito de la educación en el espectro balompédico. Cuasimesiánico, sus palabras saltaron a la luz antes de acudir al rescate de la "educación".

El pasado 31 de agosto Mourinho pasó a la historia. El luso gestó uno de los capítulos que pueden conceder a uno la eternidad en vida. Ese día el técnico del Chelsea y ex de Real Madrid, Inter de Milán, Oporto y Benfica se convirtió en protagonista de una serie de dibujos animados. Una saga que recurre a su figura de entrenador, la cual es el rey astro sobre el que gira el argumento. Tal es su trascendencia en la serie que el nombre de la misma es: Mourinho and the Special Ones (Mourinho y los Especiales). Una cabecera que apela a la autodenominación que el técnico se dio a sí mismo, apodo que nació durante su primera etapa en el banquillo del Chelsea y coincidiendo con el cambio de su idioma laboral. "La expresión es mía, eso es obvio; cuando llegué al Chelsea me dije que yo era especial, ya que había ganado la Liga de Campeones con el Oporto. Para ser un campeón, es necesario tener un talento especial. Uno no es especial si no se gana, pero yo gano", explicaría acerca de su seudónimo, también en el pasado mes de junio. He aquí, concretamente, la curiosa anécdota.

Y es que el día del estreno de la serie de animación coincidió con el amanecer de la derrota sufrida por el Chelsea de Mou en la final de la Supercopa de Europa, acaecida un día antes, y disputada ante, qué mal fario para el portugués, el Bayern de Múnich de su archienemigo Pep Guardiola, con quien, quieran o no, guarda algo en común: Mourinho sustituyó en su día a Jupp Heynckes en el Benfica para comenzar su carrera en los banquillos (curso 2000-01), mientras que El Buda de Santpedor ha sido relevo del alemán este verano en el equipo muniqués.

La irrupción pública del espacio infantil no pudo ser menos apropiada, porque más allá de una derrota que si bien es cierto que no hace honor al título de la serie de dibujos animados y ese Special One, llegó solapada a unas declaraciones de Mourinho como resaca de la final que poco o nada ejemplo son para los jóvenes que cada sábado -estos días es cuando concretamente se emiten los 26 capítulos de 20 minutos cada uno- se sientan ante el televisor para contemplar la nueva creación animada. Fue un discurso que dejó que desear, arremetiendo -es un tipo de costumbres en esto el luso- contra los árbitros. Versó acerca de una especie de condena que considera estar soportando, un castigo de la UEFA, que siempre termina dejándole con diez jugadores a pie de campo. Es su lápida, estima, cuando se mide a los discípulos de Guardiola. "Hay una regla no escrita de la UEFA por la cual siempre que juego contra un equipo de Pep acabo jugando con diez", apostilló. Citar que en las trece ocasiones que se han enfrentado ambos entrenadores, en cinco los pupilos del portugués no recibieron ninguna tarjeta roja, mientras que en otras tres se dio la circunstancia de verla, pero con el encuentro ya decidido. En el caso concreto de la final continental, Ramires fue expulsado después de ver su segunda cartulina amarilla, cuando ciertamente la acción fue para recibir la roja directa.

Sin embargo, el mundo amanecía con Mourinho como representante de los sueños de infancia, como adalid ejemplificador para quienes se sumen a la causa del fútbol, todavía personalidades por cincelar. Pero para eso están estos dibujos, dice al menos, su protagonista: "La serie combina educación y entretenimiento". Motivo por el cual "es un orgullo formar parte de este proyecto", una serie dirigida a jóvenes de entre 6 y 12 años principalmente, que presenta jugadores ficticios de un equipo modesto de barrio que alcanza la cima del fútbol merced a la dirección de Mou -que defiende el papel de bueno, pues también hay uno de malo-, quien, además, modela a un chico para convertirle en el número 1. Un guión previsible para el que solo faltaba, a modo de broche, el doblaje de voz de Mou, que lo lamenta, pero, apelando a la falta de tiempo, porque así lo justifica, hubo que recurrir a un imitador. Vamos, Oliver y Benji en versión Mourinho.