LOS que pensaban que la Vuelta es cosa de dos, se equivocaban. Nibali y Horner no pueden estar tranquilos. Ayer se dio cuenta el italiano de Astana, hasta la fecha, líder impoluto de la general, que vio cómo un ataque de Purito y el cansancio acumulado en las piernas tras tres jornadas en los Pirineos, le pasaron factura. No perdió mucho, la verdad. La sangre no llegó al río, pero los gallos de la carrera demostraron que va a haber batalla por tierras asturianas. Una buena noticia para los aficionados, que, después de la jornada de descanso de hoy -una de las mejores noticias que pueden recibir a estas alturas los ciclistas-, estarán muy atentos a todo lo que pase en el Principado. Una semana decisiva con Peñacabarga -jueves-, el Naranco -viernes- y el Angliru -sábado-. Un final no apto para cardíacos, aunque Nibali es muy probable que no pasé otra jornada crítica como la de ayer. De lo que no hay duda es de que la emoción va a acompañar al pelotón hasta el final. Un buen broche para una Vuelta que está en un pañuelo.

Una de las imágenes de la jornada fue ver tirar a Euskaltel a bloque para recortar la distancia de los Movistar que estaban por delante. El conjunto vasco no estuvo muy listo, la verdad. Pero, al margen de reproches, sí que creo que es el equipo más fuerte de la Vuelta y, si no pasa nada raro, lo más normal es que se lleve la general por equipos. Una buena noticia, porque nunca se han llevado este galardón en una grande, pero que yo cambiaría por una etapa. Antón, Nieve y Samu tienen opciones de levantar los brazos en alguna llegada. Seguro que lo van a intentar. Espero que tengan suerte. Habrá que seguir atentos hasta el final.