Duración: 52:25 minutos de juego.

Saques: 1 de Olaizola II (tanto 5) y 3 de Urrutikoetxea (tantos 13, 21 y 22).

Faltas de saque: 1 de Urrutikoetxea.

Pelotazos: 477 pelotazos a buena.

Tantos en juego: 5 de Olaizola II, 8 de Urrutikoetxea y 2 de Beroiz.

Errores: 1 de Olaizola II, 8 de Apraiz, 1 de Urrutikoetxea y 2 de Beroiz.

Marcador: 1-5, 2-6, 3-11, 5-12, 6-15, 6-16, 7-16, 8-17, 9-18, 10-19 y 10-22.

Apuestas: De salida se cantaron posturas de 100 a 40 favorables a Olaizola II-Apraiz.

Incidencias: Semifinal del torneo de Sanantolines de Lekeitio disputada en el Santi Brouard. Media entrada.

lekeitio. Fue así. Rápido y sin contemplaciones. A pesar de que de colorado partía Aimar Olaizola, su ídolo, campeón del mano a mano y su verdugo en la competición reina, y el miedo de encontrarse con un miura de tales características impone. Pero Mikel Urrutikoetxea, amparado en la solidez y la garantía de un Mikel Beroiz cada día más gigante, no se cortó un pelo a pesar de todo lo anterior. Aprovechó cada una de las oportunidades que tuvo -con el valor que tienen dada las alturas de la temporada estival y la presencia del último gran torneo en el horizonte, San Mateo, que será presentado el próximo lunes 10 en Logroño y comenzará el 21 con nueve festivales, como tradicionalmente- para reivindicar su figura de presente y futuro. De caballo de batalla cada día más engalanado para cumplir su misión: con dos manos preciosas y un garrote que asusta. Y, además, buscando el remate sin arrugarse. Bien es cierto que la labor de minero de su compañero fue fundamental para tal cosa. Porque Beroiz trajo, de nuevo, a Alexis Apraiz por el camino de la amargura, dando una imagen muy alejada de su mejor versión cincelada hasta mediados de agosto. El gernikarra estuvo fallón y sometido, porque la hoja de ruta de los azules tenía una sola premisa: evitar a Aimar Olaizola, killer enamorado del juego de aire.

Lo del goizuetarra fue un quiero y no puedo, algo impensable de salida. Ni la cátedra ni los artekaris contaban con ello. 100 a 40 para Aimar y Apraiz. Favoritos al triunfo ante un manista aún por descubrir en parejas y un seguro de vida. Pero los regalos de inicio fueron un premio que rentabilizaron Urruti y Beroiz. 0-5 sin respirar. Era el prólogo de una historia de terror para el zaguero vizcaino, quien en ese tramo erró tres pelotas y fue el principal artífice de la distancia. En parte, también, por una pelota que salía de frontis y con bote que se le atravesó al zaguero y convirtió al delantero en un faro delante sin oportunidad de exhibir colmillo.

Así, maniatado Olaizola II, la sangría fue aumentando considerablemente. Apraiz, abatido por dos pelotaris con hambre y razones, empezó a perder pelota y a regalar. Mikel Beroiz, que ya le dominó en Aste Nagusia en Bilbao, volvió a ser su bestia negra. Y es que, ¡qué capacidad tiene el uhartearra de maximizar sus capacidades para obtener réditos enormes! Ayer dominó en el Santi Brouard con comodidad, arrimando, pegando y cubriendo mucha cancha. Beroiz, que además cumple siempre, dejó patente que está en un momento de juego enorme y que se mezcla a la perfección con todo tipo de delanteros. Se ha metido en las cinco finales de los cinco torneos que ha jugado: dos con Aimar -San Fermín y Biarritz-, una con Bengoetxea -La Blanca-, una con Xala -Aste Nagusia- y otra con Urrutikoetxea -Lekeitio-. Un todoterreno.

Con la renta cimbreando entre la locura y la sorpresa, Mikel estuvo soberbio seleccionando todas sus acciones. Evitó enredarse con Aimar en momentos puntuales, pero no se cortó en entrar en el cuerpo a cuerpo, donde el goizuetarra es más. Se pusieron los azules 2-11 con muchísima holgura. Apenas había sensación de oposición.

Cambiaron el cuero los colorados y Aimar se metió de lleno en la pelea. Solo había una opción, retrasar su posición hasta el cuatro, buscar el aire y enredar. Con el pasaporte físico que conlleva. Apenas maquillaron el resultado. Unos buenos tantos de Olaizola dieron cierta vidilla a un duelo azul. Muy azul. Cobalto. Siguieron sumando y se fueron con un resultado para enmarcar. 10-22 ante los campeones del torneo. Y aunque suene raro, pudo ser peor para los colorados.