Fisterra. Más gráfico que como se lo contó a su familia no se lo ha explicado a nadie. "Fue como si me hubieran desenchufado de la corriente". Es lo que sintió Samuel en la subida al Monte da Groba, un domingo negro. Se le fue la luz. Se apagó.

Puede volver a encenderse, dice Mikel Nieve cerca del faro de Fisterra, el rostro negro del polvo sucio de la carretera tras otro día masticando el viento. "Pero que hayamos estados casi todos delante demuestra que estamos bien y que cuando llegue la montaña de verdad podemos dar guerra". Habla de este fin de semana en Andalucía, donde el sábado arranca un tríptico duro y montañoso con el final en Peñas Blancas, el sábado, al que sigue Valdepeñas de Jaén, el domingo; y Hazallanas, el lunes. En medio, tres etapas llanas - Sanabria, Cáceres y Aljarafe - y la amenaza del viento.

Nieve es la baza de Euskaltel mejor colocada en la general y cuando le preguntan si peleará por un buen puesto el navarro, que ya ha sido décimo en una Vuelta (2010) y en dos Giros (2011 y 2012), no quiere pronunciarse y prefiere hablar de que necesitan coger algo de moral - el entorno, la desaparición de Euskaltel, el mal día de Samuel en Da Groba, no ayudan anímicamente -, que hay que ver cómo responden las piernas, pero que darán guerra cuando llegue la montaña, y que Samuel puede "volver a entrar perfectamente en carrera. No lo ha perdido todo".

Que en Galicia no se acaba el mundo, aunque se llegue a Fisterra, lleva días diciéndolo Gorka Gerrikagoitia, que, como Samuel, no es de los que se detienen en el lamento y prefieren seguir adelante pensando en la manera de recomponer la situación. A Gerri, más que el placer de que los planes salgan bien a la primera, le motiva comprobar la capacidad del equipo, y la suya propia, para sobreponerse. Gerri, entre otros, es el artífice de la reacción del equipo tras la caída de Antón en 2010 y aquella maravillosa cabalgada de Nieve hasta Cotobello. En algo así, en resurgir, piensa ahora. Es su reto.