vitoria. Pedro Gomes no había conseguido hasta ayer un triunfo de prestigio fuera de su país natal a lo largo de su dilatada carrera. Su condición de pentacampeón luso precisaba de un hito lejos de sus fronteras que refrendase su condición de triatleta de primer nivel. Había acariciado con la yema de los dedos la gloria en más de una ocasión, como cuando selló el segundo puesto en el Ironman de Florida en 2010. En Vitoria, tampoco era el principal favorito para conquistar la primera edición de la Challenge. Sin embargo, este lisboeta de 29 años se quitó un peso de encima con su aplastante ejercicio de superioridad en la prueba que volvió a movilizar a miles de alaveses para dar su aliento a 650 hombres de hierro. Todos ellos desafiaron el asfixiante calor reinante, que no hizo sino aumentar la dureza de un recorrido ya exigente de por sí con los 3,8 kilómetros a nado, los 180 en bicicleta y la maratón a pie.

Como demanda siempre una competición de estas características, únicamente destinada para auténticos portentos físicos de la naturaleza, Gomes fue regulando a la perfección hasta llegar a la línea de meta con una abrumadora distancia de 13 minutos sobre el segundo clasificado. El luso salió en tercer lugar del pantano de Ullibarri a casi ocho minutos de Carlos López, el líder tras cubrirse el primer tercio de la prueba. Poco a poco, fue limando esa adversa diferencia con un ritmo demoledor en la bicicleta. Fue quien mejor se adaptó a las difíciles circunstancias climatológicas que se encontraron los participantes por las carreteras de la Llanada Alavesa. Y es que el fuerte viento que presidió el sector de la bicicleta impidió la conquista de buenas marcas.

A partir del kilómetro 50, el portugués asumió el liderato en solitario y, de ahí a la conclusión, el suyo fue un paseo triunfal por las céntricas calles gasteiztarras donde recibió el calor necesario para hacer más llevadero el hecho de competir contra sí mismo. Lejos de aminorar la marcha, su ventaja fue creciendo como la espuma mientras sus rivales se centraban en la pelea por la segunda plaza conscientes de que el triunfo final era una quimera. El modesto tiempo final invertido por el ganador, 8h.38.45. -media hora más del previsto por la organización-, quedó en un segundo plano el día en el que Vitoria se convirtió en la capital del triatlón un año después de acoger con un indudable éxito organizativo el Campeonato del Mundo de larga distancia.

Pese a que el día invitaba a otros menesteres o que el gran icono local Eneko Llanos -que ha participado activamente en la confección del circuito- no pudo ser profeta en su tierra en aras de preparar a conciencia el próximo Ironman de Hawai, la Challenge congregó nuevamente a miles de curiosos que se han aficionado a la, posiblemente, modalidad más dura dentro del mundo del deporte. Ello no mina la devoción de algunos valientes para quienes el deporte rejuvenece. En Vitoria, por ejemplo, se dieron cita participantes próximos a los 50 años. Y la ganadora femenina, Ana Casares, puede presumir de ser una de las reinas del deporte con tres hijos, el más pequeño de escasa edad. En el futuro, la ciudad podrá continuar saciándose con el mejor triatlón del mundo, ya que existe el compromiso firmado para la disputa de la Challenge en 2014 y 2015.

Ante la insultante superioridad de Gomes, cuyo premio en metálico ascendió a 8.000 euros, casi todo el interés se centró en la pelea por el segundo y tercer cajón del podio. Un demarraje en los kilómetros finales del madrileño Alejandro Santamaría le permitió imponerse al mallorquín Carlos López, que acabó con un agrio sabor de boca tras dominar la competición durante la fase inicial. Raúl Amatriain, uno de los grandes favoritos, constituyó una de las sorpresas negativas al retirarse en la carrera a pie. Erik Strand, el hombre que exhibió mejores dotes como nadador en el pantano, protagonizó un hundimiento espectacular y ni siquiera pudo concluir entre los diez mejores.

Entre las mujeres, la emoción fue algo mayor. La británica Yvette Grice llevó el peso de la prueba hasta bien avanzado el sector de la bicicleta. Con siete y nueve minutos de renta sobre sus principales perseguidores tras finalizar la natación, nada hacía presagiar una voltereta tan espectacular como la que registró la carrera. La navarra Ana Casares, que acabó exhausta y necesitó suero tras el enorme esfuerzo, fue de menos a más hasta resultar la vencedora con una marca inferior a las diez horas. En la Virgen Blanca cruzó la línea de meta acompañada por sus tres hijos en lo que constituyó una de las escenas más emotivas de la jornada. Pese a su titánico sacrificio, la duranguesa Gurutxe Frades no pudo arrebatarle el triunfo tras finalizar -también por debajo de las diez horas- a algo menos de dos minutos. Arrate Mintegui, quinta, fue la primera alavesa en medio del clamor de la grada.