vitoria. Uno menos. Emilio Sánchez se comprometió ayer por una temporada con el Deportivo Alavés regresando de esta manera a la disciplina albiazul que abandonó en 2009 tras dejar 280.000 euros en las arcas del club. El manchego se convirtió en el decimosexto jugador de una plantilla que ha de crecer rápidamente si se quiere sacar el máximo provecho a los partidos de preparación que arrancan hoy con el partido que jugarán a puerta cerrada contra el filial, así como a la exigente pretemporada que están llevando a cabo los pupilos de Natxo González.
La semana actual se antoja crucial para la confección de la plantilla de un Alavés todavía escaso en cuanto a número de efectivos. Con, hasta ayer a la mañana, doce futbolistas de campo y tres porteros, el cuadro albiazul debe mover ficha con celeridad para no comprometer su futuro. Aunque, por otro lado, quien haya seguido el devenir de Querejeta a los mandos del Baskonia durante el exitoso periplo que ha alzado a la élite europea a un conjunto que vivía en la cola de la ACB, sabrá que no es un hombre al que le puedan las prisas. Despacito y con buena letra, que se dice. O traducido: mejor fichar tarde y bien que pronto y mal.
El axioma parece aplicarse al equipo de fútbol de la capital alavesa. De hace dos años al curso pasado, cuando el de Lazkao hizo y deshizo a su antojo por primera vez, la descomposición de la plantilla fue brutal -sólo Óscar Rubio, Sendoa y Salcedo continuaron, y éste último fue cortado en diciembre- y ni siquiera en esa tesitura se apresuraron por confeccionar un plantel que se acabaría alzando con el título de mejor equipo de toda la Segunda División B.
La receta sigue siendo la misma debido al alto precio de los objetos de deseo. En ese ralentí incorporativo, Emilio Sánchez constituye la última pieza de un puzzle que, todo hace indicar, irá componiéndose con tiento y pausa. La finalidad de esta filosofía se plasma a las mil maravillas en el regreso del organizador que se encontraba a la espera de una oferta por parte del Real Murcia. A expensas de que la Real Federación Española confirmara su presencia la campaña que arranca el 18 de agosto en Segunda División, Emilio Sánchez -junto a otros tres jugadores (Sutil, Catalá y Saúl Berjón)- esperaba una oferta, que se percibía a la baja, de los pimentoneros. Se hablaba de una reducción de la ficha en un cincuenta por ciento en un club que aún no contaba con la seguridad absoluta de militar en la categoría de plata la temporada venidera. Experto en aprovechar estas coyunturas, Josean Querejeta -o, mejor dicho, el equipo que designó encabezado por Zubillaga y secundado por Sendoa Agirre- ha aprovechado la situación para hacerse con un jugador más que válido para el nuevo proyecto alavesista. Además, su pasado en Gasteiz ha supuesto seguramente un aliciente para él y para el club.
Cabe recordar que en una temporada para olvidar -la del descenso del equipo a Segunda B en 2009- se salvó de la quema. Fue de los pocos, en realidad, y los cronistas que han narrado sus apariciones en Murcia con el cuadro pimentonero confirman la calidad que atesora un centrocampista al que muchos veían, a medio plazo, en Primera División. Cuatro ejercicios han pasado desde que Sánchez hiciera las maletas. Primero fue Huelva, por dos años, y más tarde Murcia, por otros tantos. Los informes técnicos ponderan especialmente su mejoría en las jugadas a balón parado. Pero, sobre todo, el albaceteño es la pieza que faltaba, sí o sí, en el mediocampo albiazul. Emilio Sánchez llega para imponer criterio en un medular con mucho músculo y el talento justo. No es esto un defecto si no fuera porque se echaban en falta ciertas dosis de creatividad y de movimiento fluido de balón que debe aportar la última incorporación babazorra.