Vitoria. Tiene el honor de haber acogido un Mundial de triatlón de larga distancia y, salvo la añorada Euroliga, infinidad de eventos baloncestísticos de primer nivel en el Buesa Arena. Sin embargo, Vitoria acaba de dar un enorme salto cualitativo para potenciar su turismo deportivo con la llegada del superlativo equipo americano de natación, el más laureado en la historia de los Mundiales y los Juegos Olímpicos. Desde el pasado miércoles y hasta el próximo día 24, ultimará su preparación para los Mundiales de Barcelona cuyo pistoletazo de salida se dio oficialmente la noche del pasado viernes. Antes de aterrizar en la Ciudad Condal, la piscina climatizada olímpica de Mendizorroza y el centro cívico de San Andrés acogen los maratonianos entrenamientos de un conjunto dispuesto a reivindicar su hegemonía por delante de otras potencias del agua como Australia o China. Y todo ello tras la gloriosa etapa post-Michael Phelps que ha dado paso a un nuevo ciclo.
El tiburón de Baltimore no hace largos estos días en Vitoria tras su retirada después de los Juegos de Londres, pero ello no ha redundado en la pérdida de potencial de una delegación encabezada por dos auténticos monstruos de la piscina. Ryan Lochte y Missy Franklin, posiblemente las mayores atracciones de la cita de Barcelona que aspiran a colgarse cada uno la friolera de seis medallas de oro, encabezan una delegación de 74 personas, compuesta por 50 nadadores y 24 técnicos. Un desembarco que representa un espaldarazo para una ciudad que, tal y como reconoció Frank Busch, el jefe de la delegación, podría apostar por la capital alavesa como sede de un nuevo stage de la Federación estadounidense en el futuro antes de afrontar otro evento internacional de primer orden.
"Absolutamente sí", contestó al ser preguntado por los periodistas. ¿Las razones? Tanto las inmejorables infraestructuras como la cálida acogida de una ciudad volcada en su apoyo pese a las aisladas quejas de algunos usuarios que no han podido disfrutar durante estos días de la piscina climatizada de Mendizorroza. "Vitoria es un lugar fantástico y con unas instalaciones estupendas. A nuestros deportistas les ha encantado caminar por sus zonas verdes. Estamos orgullosos de haber visitado una ciudad tan bella. No tenemos más que palabras de agradecimiento para la hospitalidad de la gente. Ha sido una oportunidad perfecta para compartir nuestras culturas y nos llevaremos en breve a Barcelona el recuerdo de una estancia tan agradable", explicó Busch.
A diferencia de otros deportistas de alto nivel con un ego desmedido, los nadadores y técnicos americanos mostraron ayer su carácter afable y simpatía durante la recepción oficial que les brindó el alcalde. Tras el discurso típico de estos actos, Javier Maroto departió amistosamente con todos ellos, les deseó "toda la suerte del mundo" y les hizo entrega de un obsequio de recuerdo antes de las fotos de rigor en medio de un ambiente de lo más cordial. "Es un placer poder conocer cómo las instalaciones municipales sirven para el entrenamiento de equipos de elite. Vitoria es un referente para acoger eventos de primer nivel", recordó el primer edil. Los jóvenes deseosos de ver in situ a estas glamourosas figuras del agua tampoco se quedaron sin el ansiado autógrafo y la instantánea que inmortalizase el momento para el resto de sus vidas.
El más solicitado fue Ryan Lochte, algo tímido y que finalmente no habló para los medios pese a que estaba anunciada su presencia en primera instancia. El de Rochester aspira a sus 28 años a poner el broche de oro a una carrera asombrosa plagada de títulos mundiales y olímpicos. En el bando femenino, todas las miradas recayeron en Missy Franklin, dotada de una madurez espectacular pese a sus solitarios 18 años y una de las que más alabó las bondades de las instalaciones alavesas. "Son increíbles. Cuando vimos el gimnasio, nos pareció genial. En Estados Unidos contamos con unas infraestructuras muy buenas, pero las de aquí no tienen nada que envidiar", destacó la sirena nacida en Pasadena (California), que cosechó cuatro medallas de oro y una de bronce en Londres.