Bagneres de Bigorre
fabio Casartelli murió después de caerse en el Portet d'Aspet y golpearse la cara contra un pretil en 1994. Al italiano se le fue la vida en un mar de sangre y fue inútil la emergencia del rescate, el traslado al hospital, todo. Desde entonces, cerca de ese lugar trágico hay un monumento que guarda su memoria frente al que el Tour se detuvo ayer para que Christian Prudhomme colocase un ramo de flores frescas de colores. Dentro de unos días, el próximo domingo, la carrera francesa subirá al Mont Ventoux, uno de sus mitos, y el pelotón volverá a inclinarse, como hizo Merckx quitándose la gorra en señal de respeto, ante el monolito que recuerda a Tom Simpson, el inglés que en 1967 se desplomó en las rampas del gigante de Provenza por una mezcla de calor, alcohol y anfetaminas que acabó con su vida. Antes que a ellos, de todas maneras, en el Tour se le escurrió la vida a Francisco Cepeda, el primer vizcaíno que acabó la carrera francesa. Fue en 1930 y cinco años después, bajando el Galibier, sufrió una grave caída por la que tuvo que ser trasladado de urgencia al hospital de Grenoble. El suceso, se cuenta, nunca fue aclarado del todo. Hay quien dice que fue por culpa de unas nuevas llantas de duraluminio con las que el Tour proveía a los ciclistas y que resultaron defectuosos, pues con el calor hacía que se despegasen los tubulares.
Otros hablan de que en la curva que se cayó estaba parado un coche de la organización de la carrera que fue contra el que se estrelló. Sea como fuere, Cepeda tuvo que ser trasladado en un coche particular hasta Grenoble ante la desatención del Tour criticada luego hasta por los medios de comunicación franceses.
Cepeda murió al pasar de unos pocos días en el hospital de Grenoble. Fue hace 78 años y desde entonces le debe el Tour a su memoria un monolito en el descenso del Galibier.
Hace unos años, con motivo del 75 aniversario de su muerte, el sobrino nieto del ciclista, Álvaro Rey Cepeda quiso reparar esa injusticia histórica y pidió ayuda institucional para dirigirse al Tour. Fue la Diputación de Bizkaia la que le escuchó y escribió a ASO, organizadora de la carrera francesa, contándole lo que ocurría y lo sencillo que sería levantar un monumento en su memoria en el lugar del accidente. ASO respondió que ellos no se hacían cargo de eso, que pidieran permiso al departamento al que pertenece el lugar. La misma carta se envió a las autoridades de ese departamento francés que no respondió a la petición con lo que el Tour mantiene en el olvido a Cepeda.