Bagneres de Bigorre. "Una locura", resopla Izagirre, Jon, el pequeño. "Increíble", dice Antón aún asustado por la velocidad y el vértigo de las primeras horas de la última travesía pirenaica donde cedió al final, en La Hourquette d'Ancizan, y después tuvo una avería al cruzar un paso a nivel para dejarse algo más de tres minutos que no van a ningún lado porque el objetivo, mantiene Igor González de Galdeano, es una etapa para la que el escalador vizcaino se siente con fuerzas y ganas de luchar. "Sobre todo", promete, "después del subidón de moral que tuve al verme tan bien el primer día de montaña".

Mejor aún lo lleva Mikel Nieve en su debut en el Tour, su estreno en la alta montaña donde decía que más que a los porcentajes o la longitud de los puertos temía al calor que maltrata los cuerpos hasta consumirlos. El navarro, que ya sabe lo que es ganar sendas etapas reinas de la Vuelta (Cotobello 2010) y el Giro (Gardeccia 2011), no se derrite en la montaña y ayer estuvo con los mejores en la subida final a La Hourquette, donde, además, atacó antes de la ráfaga de Nairo Quintana. "Buscábamos la etapa", explica luego Galdeano. "Tanto en el ataque final de Nieve, aunque la cosa estaba ya muy complicada y era tarde, como al principio, cuando metimos a Jon, al propio Nieve y a Antón en la fuga". "Lo que pasa", prosigue el mánager general de Euskaltel, "es que no esperábamos que Porte y todo el Sky se quedara. Eso es lo que ha lanzado la carrera y ha arruinado nuestros planes".

Galdeano, de todas maneras, sigue manteniendo la idea inicial de luchar por hacerse al menos c on una victoria de etapa, aunque reconozca que Nieve está muy fuerte y se colocara ayer undécimo en la general, pensando ya en el porvenir.