"Esto es la cumbre del tenis. Mentalmente, el último juego fue el más duro de mi carrera". Andy Murray se sentía en éxtasis, consciente de que se había quitado un peso de encima. "Aún no puedo creer lo que ocurrió. Este título va a costar un poco asimilarlo", contó el nuevo ganador de Wimbledon, que apenas dedicó una sonrisa a sus interlocutores. "Los últimos cuatro o cinco años han sido muy estresantes, con mucha presión. Ha sido tan duro evitar todo", comentó. "No sé cómo cambiará mi vida. Espero que no mucho". La clave de este triunfo estuvo en la perseverancia: "Así ha sido probablemente la historia de mi carrera. Tuve muchas derrotas duras, pero pienso que cada año he mejorado. Cada vez llegaba un poco más lejos en los Grand Slams. Seguí aprendiendo y trabajando tan duro como podía", dijo el británico, que concedió toda la importancia a Ivan Lendll porque "él siempre creyó en mí cuando muchas personas no lo hicieron. Fue muy paciente conmigo y estoy feliz de haberlo hecho por él". Novak Djokovic, por su parte, reconoció lo que todos vieron: "Andy jugó un tenis fantástico, mereció ganar. Pero yo debería haber jugado mejor en los momentos decisivos".