Por fin, al séptimo día, ayer Peter Sagan pudo descansar tranquilo. Por fin llegó esa victoria que llevaba buscando tanto tiempo, desde que el Tour de Francia arrancara el sábado pasado en Córcega y que, por una cosa u otra, no había conseguido. Se lo han merecido tanto él como su equipo, el Cannondale, por todo el trabajo que han realizado y que ahora, tras mucho intentarlo, por fin ha tenido su recompensa. En la etapa de ayer vimos una bonita jugada táctica del Cannondale, que en el puerto de segunda categoría tiró con fuerza para conseguir que el resto de los grandes esprinters -Mark Cavendish, Andre Greipel, Marcel Kittel...- perdieran contacto con el gran grupo. A partir de ahí, hubo una interesante lucha, con dos grupos a tope. Los de delante, para distanciar a los de atrás; los de atrás, para cazar a los de cabeza de carrera... Al final, los perseguidores tuvieron que rendirse a la evidencia y Sagan aprovechó la oportunidad para ganar con mucha superioridad y dar, además, una dentellada muy importante al maillot de líder de la regularidad.

Y si ayer, por fin, Sagan ganó su etapa, hoy, por fin, llegan las grandes cumbres al Tour de Francia. La primera etapa de montaña siempre suele ser especial porque es en ella cuando se ve cómo están de verdad los grandes nombres que aspiran a la general final. Si tuviera que apostar, lo haría por Chris Froome. No creo que el de Sky vaya a dejar hoy sentenciada la carrera, ni mucho menos, pero sí que creo que le va a pegar un buen hachacito a la general. El británico aprovechará la llegada a Pirineos para comprobar, de verdad, cómo está él mismo, sus compañeros de equipo y sus rivales. Y yo creo que Froome y el Sky están muy bien...