El Orica GreenEdge se ha convertido en el gran protagonista de este arranque del Tour de Francia. El sábado lo fueron, aunque involuntariamente, por el incidente de su autobús en la línea de meta; el lunes, por la victoria de Simon Gerrans al sprint ante Peter Sagan; y, ayer, por la exhibición que dieron en la contrarreloj por equipos de Niza que les permitió tener a Gerrans como maillot amarillo. Chapeau por ellos.

Poco más se les puede pedir, la verdad. Se trata el australiano de un proyecto muy joven, ambicioso, y lo cierto es que están haciendo las cosas muy bien. La base del equipo es de su país, tienen a muchos corredores procedentes de la pista y parece que el año que viene quieren dar un cambio a su filosofía, dejar de centrarse tanto en los triunfos de etapa y buscar las generales. Desde luego, van por el buen camino.

En lo que respecta a los favoritos, ninguno ha perdido nada del otro mundo y siguen todos metidos en un pañuelo, lo que es positivo para el desarrollo de la carrera. El Sky de Froome, equipo sobre el que yo tenía mis dudas, lo ha hecho muy bien y solo ha perdido dos segundos con respecto a los ganadores, pero tampoco han metido demasiado tiempo al resto. Es muy complicado hacerlo cuando se marcan medias superiores a los 58 kilómetros por hora en trazados de 25 kilómetros.

El Saxo-Tinkoff de Alberto Contador ha estado, en mi opinión, sobresaliente pese al percance sufrido por Benjamín Noval, el Movistar de Alejandro Valverde también ha estado más o menos en su sitio... Este Tour de Francia sigue muy abierto, con diferencias mínimas entre los favoritos para pisar el podio de París, por lo que tendrán que ser las siguientes jornadas las que vayan aclarando el panorama en la clasificación general.

Finalmente, Euskaltel-Euskadi ha sido penúltimo con la mala fortuna de la caída sufrida por un corredor importante como Mikel Nieve. Ya sabemos todos que esta no es la disciplina que mejor controla el equipo naranja. A ver si las cosas les vienen mejor en las próximas jornadas.