niza. El Orica es un equipo simpático. El año pasado en la Vuelta a España grabaron un vídeo inspirado en la canción Call me maybe de Carly Rae Jepsen que fue de los más divertidos que se han hecho en el ciclismo en los últimos años y ayer mismo celebraron la victoria en el podio simulando que tocaban la guitarra. La escena será, seguramente, parte de un vídeo que subirán a su web y tendrá el mismo éxito, o más, que cualquiera de los que editan a diario y suelen rondar las 10.000 visitas. De todos modos, ninguno de ellos ha llamado, ni llamará, tanto la atención como el del pasado sábado, el día que el Tour arrancó en Córcega. La web del equipo australiano registró ese día 80.000 visitas.
Fue por el vídeo del autobús que se quedó enganchado bajo la pancarta de la meta de Bastia y que provocó momentos de histeria. Lo recuerda ahora que empieza a olvidar el incidente Gari Atxa, el navarro que manejaba ese día el vehículo del Orica, que, cuenta, no tenía entre sus destinos la zona de meta, sino el hotel cercano, y que cambió de rumbo después de que el patrón del equipo le dijera a Neil Stephens, el director australiano, que sería bueno que el autobús se viera por ahí. Stephens llamó a Atxa para decírselo. Le explicó lo que quería el patrón pero le dijo que lo hiciera, solo, si lo veía posible. Atxa, puso rumbo a la meta.
Era tarde ya. "Llegué a la recta de meta, vi la pancarta y dudé. Pensaba que no pasaba, pero alguien de la organización me dijo que tirara para adelante y eso hice, aunque con miedo. No estaba convencido". Tenía motivos. El techo del autobús chocó con la estructura metálica de la meta y se quedó atascado. Fue por cinco centímetros. El vehículo mide 3,90 metros en su parte más alta, donde sobresale el parasol, y el listón de la meta estaba situado en ese momento a 3,85 metros. No los superó.
"No voy a decir que fue el peor momento de mi vida porque hace 12 años me detectaron un tumor en la cabeza, pero se me vino el mundo encima. Es un sufrimiento que no deseo a nadie", recuerda Atxa, exciclista del Lizarte aficionado, que, al menos, suspira porque nadie saliese mal parado del incidente en el que él no tuvo culpa alguna. Le mandaron seguir adelante y obedeció. Así lo ve él. Incluso ASO, organizadora del Tour, se ha puesto en contacto con el equipo estos días para comunicarles que no se preocuparan de nada, que la responsabilidad era suya y del miembro de la organización que le había mandado avanzar cuando la altura de la pancarta de meta había sido reducida después de que pasaran el resto de autobuses de equipo.
Mientras Atxa trata de olvidar lo ocurrido con victorias reconfortantes como la del domingo en Córcega o, aún más, la de ayer en Niza que además trae consigo el maillot de líder del Tour de Francia que portará hoy Simon Gerrans camino de Marsella, el autobús accidentado se recupera en Barcelona, esperando a que le reparen el aparato del aire acondicionado que se rompió al chocar con la meta para reincorporarse a la ronda gala, que sonríe al Orica, un equipo simpático.