AUNQUE el Gran Premio de Mónaco fue plano en cuanto a espectáculo se refiere, al menos, dejó un hecho insólito en la historia de la Fórmula 1. Un dato que será lo más recordado para los anales. Y es que el alemán Nico Rosberg, a sus 27 años, consiguió una victoria en un escenario en el que su padre, Keke Rosberg, ganó hace concretamente tres décadas. Nunca antes se había dado la circunstancia de que padre e hijo se proclamaran vencedores del mismo gran premio. De modo que lo de Nico, que hasta llegar a la presente edición de la carrera monegasca solamente contaba una victoria en el Gran Circo, la del Gran Premio de China en 2012, fue algo insólito. "Es algo con lo que sueñas", expresaba el menor de los Rosberg, quien, sin embargo, reconocía no haberle dado vueltas al asunto de emular a su padre. "Al cruzar la meta simplemente estaba feliz", declaraba Nico, quien, además, reside en el Principado, por lo que, para más inri, ganó en la carrera de casa.

"El comienzo fue muy difícil, pero luego pude controlar la carrera", analizó, satisfecho por completar un fin de semana perfecto, confirmando que los monoplazas Mercedes son capaces de realizar un buen papel en las jornadas dominicales. Y es que Nico Rosberg ha firmado las tres últimas poles de las seis carreras celebradas hasta la fecha, no obstante, los bólidos alemanes entraban en decrépito en las carreras, donde acusaba su gestión en el consumo de los neumáticos. Hasta la fecha se habían erigido como coches sumamente rápidos, pero poco capaces de prolongar su ritmo con el añadido del desgaste de gomas. Razón por la que Nico descarta por ahora a Mercedes de la posibilidad de disputar el título. "No pienso en esa lucha. Hace dos semanas estábamos también en la pole y no se nos dio bien en carrera. Tenemos todavía algún problema con la velocidad en carrera. Tenemos que esperar, pero no pienso en el Mundial", comentó, otorgando prioridad a la incapacidad proyectada por Mercedes hasta ayer para sostener prolongadamente el ritmo. El retoño de los Rosberg ha podido emular a su progenitor en Mónaco, pero el siguiente escalafón quizás sea demasiado elevado para Nico, puesto que Keke, segundo finlandés en rodar en la Fórmula 1, llegó a ser campeón del mundo en 1982, un curso antes de firmar el triunfo en Mónaco, del cual se cumplen, justo ayer, treinta años. Nico se sacude así parte de ese peso que es portar el apellido de alguien que fue más que destacado en su rol.