vitoria. La previsión era la siguiente: a las 24.00 horas del lunes, con horario nepalí -las 20.00 en Euskadi-, Alex Txikon (Lemoa, 1981) se despertaba en su tienda de campaña, para dos horas más tarde, sobre las 2.00 de la madrugada, emprender la ascensión desde el Campo IV, a una cota de 7.850 metros, hasta la cima del Lhotse, alzada hasta los 8.516 metros. Los mejores augurios se cumplieron y, después de más de seis horas de exigente escalada, el alpinista de Lemoa, a eso de las 8.00 horas de la mañana de ayer en Nepal, anunciaba el éxito de su expedición a la cuarta montaña más elevada del planeta. Lo hacía apenas veinte minutos después de hollar la cumbre y en comunicación vía satélite con su equipo de apoyo, con unas emotivas declaraciones que, a pesar del desgaste físico, daban buena cuenta del estado de ánimo del montañero, que suma de este modo su décimo ochomil a su excelso currículo alpinista. "¡Aupa! ¿Me escucháis? ¿Sí? ¿Que dónde estoy? Pues dónde voy a estar: en la cumbre del Lhotse, ja, ja". Un mensaje de satisfacción y tranquilidad para todos, aunque todavía quedaban por delante las horas del descenso de la montaña del líder de la expedición Bizkaia Gailurretan/Bilbotik Lhotsera Euskaraz.
"He hecho cumbre hará unos veinte minutos. Ha sido muy duro, con un frío extremo, pero esto es precioso, la paliza ha merecido la pena. ¡Qué pasada!", apostillaba Txikon, que tuvo que hacer frente a la soledad para hacer cima.
"Unos 45 minutos antes que yo ha hecho cumbre Jorge Egocheaga, después han llegado Horia Colibasanu y Peter Hamor, y ahora estoy yo aquí, solo, en la cumbre. Voy a esperar veinte minutos al italiano, a Marco Confortola, y seguido me bajo para el Campo II. Andamos más o menos bien de tiempo, porque aquí son en torno a las 12.15, pero no me puedo confiar", relataba el lemoarra, que citaba a los componentes de la expedición internacional en la que se integró en el Campo IV, una vez que su compañero de cordada Juanra Madariaga se viera forzado a abandonar la empresa de hollar la cumbre del Lhotse por no encontrarse en óptimas condiciones, al igual que sucediera también con Jorge Salazar.
Así, una vez acometido el ataque, que comenzó el sábado desde el Campo II, Txikon se vio obligado a escalar en solitario desde el tramo del Campo III al IV. Tremendamente optimista y sin desesperar por la noticia de las ausencias, confió en su estrategia y, con frialdad, mantuvo unos planes que han resultado efectivos y que le han permitido amasar su décimo ochomil, aunque el descenso fuera más complejo de lo esperado. Y es que, finalmente aguardó prácticamente una hora y media en la cima a su compañero italiano, con el riesgo de congelaciones que ello implica.
"Uffff... Ha sido muchísimo más duro de lo que pensaba, y eso que pensaba que iba a ser durísimo", expresaba Txikon, una vez asentado en el Campo II, alrededor a las 21.00 horas de ayer en Nepal -casi las 17.00 horas en Euskadi-. "En dos o tres ocasiones he estado a punto de darme la vuelta. No sé, es posible que haya acusado un poco la altitud, porque llevaba tiempo sin estar por encima de los 8.000 metros, y quieras o no, no es lo mismo estar a 7.500 metros que a 8.300, y menos aún sin oxígeno. El cuerpo lo nota. Además, hacía muchísimo frío. He visto algún tramo peligroso, sobre todo por las piedras que caían desde lo alto. He ido casi todo el rato solo... Ha habido momentos muy duros, pero todo el esfuerzo ha merecido la pena", valoraba el alpinista.