Bilbao. Hay muchas maneras de recordar a José Manuel Fuente, Tarangu (Limares, Asturias, 1945-Oviedo, 1996). Hay quien dice que fue como un fulgor, "breve, deslumbrante e inclasificable, pero ante todo, inolvidable". Otros como Felice Gimondi, con quien compartió época, la de principios de los 70, sonríen al escuchar su nombre y hablan de cosas que no quieren olvidar, de ataques espectaculares en la montaña, de días bellos y alocados. "Fuente era loco y especial. Como aquellos españoles de la época, nunca sabías lo que estaba pensando y lo que iba a hacer", suele contar el italiano. Poulidor recordaba que fue quién más hizo sufrir a Merckx, sobre todo en aquel memorable Giro de 1974 que no ganó por una tremenda pájara en la etapa de San Remo. En apenas cinco años, dominó dos Vueltas, subió a los podios de las tres grandes y sumó etapas en las tres. Samuel Sánchez no recuerda nada de eso. "No había nacido". Se lo contaron después. Primero su padre, que era amigo de Fuente, y después, en Euskaltel, Nazabal y Ereñozaga. Desde el sábado en el Giro Samuel busca emularle. Quiere una etapa o el podio para cerrar su palmarés en las tres grandes.
Usted conoció a Tarangu.
Era amigo de mi padre. Y yo empecé a correr en el Club Ciclista Colloto de Oviedo que patrocinaba Deportes Fuente. Solía venir a las presentaciones y a algunos entrenamientos. Más tarde fue director del Clas, el equipo profesional de Asturias. Mi padre tenía el taller a lado del pabellón donde guardaban el material y yo solía andar por ahí atravesado.
Y tropezaba con él.
Ahí y en su taller, donde íbamos a arreglar las bicis. Yo era un niño, infantil o alevín, y apenas me acuerdo de cómo era. Me queda el recuerdo de un hombre tranquilo, pero no de si me decía algo o no. Solo sé que no nos metía presión para que fuésemos ciclistas ni nada de eso.
Pero ustedes, aquellos niños, le mirarían con admiración.
Lo que pasa es que José dejó de correr cuando yo y aquellos chicos de mi época ni siquiera habíamos nacido. No le vimos en acción, por lo que no sentíamos por él lo que podíamos sentir por Indurain o Perico, a los que vimos ganar.
¿Le contaron quién fue, lo que hizo?
Escuchas cosas de niño. Y luego, por curiosidad, te pones a buscar vídeos, hablas con gente que le conocía y empiezas a saber quién era.
¿Quién le contaba?
Primero, mi padre, y luego José Nazabal o Gabino Ereñozaga. Era un fuera de serie de aquella época, un ciclista de los que te podían poner la carrera patas arriba en un momento. Le hacía la vida imposible a Merckx, sobre todo en algún Giro. Nazabal me contaba siempre una historia de una etapa que iban por el llano en pelotón y se veían los Dolomitas al fondo. Entonces José empezaba a gritarles a Merckx, Gimondi y los demás: "Mirad, mirad, ahí viene la montaña, preparaos, que os vais a cagar". Algo así les decía. Cuando llegaba la montaña todos sabían que iba a atacar, pero nadie era capaz de seguirle.
Murió en 1996, cuando usted tenía 18 años.
Estuve en el funeral. Y en el homenaje que se le hizo en Oviedo. Vinieron Merckx, Gimondi y otros grandes. Había muchísima gente. Antes de que muriese fui a visitarle con mi padre al hospital cuando le hicieron el trasplante. Estaba ya fastidiado. Me decía que disfrutase de la bici y que lo pasase bien.
Fuente se fue a correr al KAS, el mejor equipo vasco de la historia, y usted siguió sus pasos para debutar en Euskaltel-Euskadi, donde lleva toda la vida.
A mí hay una cosa que me fastidia. Aunque yo como ciclista siempre digo que me he criado en Euskadi, de nacimiento soy asturiano, y aquí mucha gente dice que soy el mejor ciclista asturiano de todos los tiempos, cuando no es verdad. Compararme a mí con Fuente es una aberración. Coges su palmarés y alucinas: ganó dos Vueltas, fue podio en el Tour, en el Giro, tiene etapas en las tres... Y mira yo, no he ganado ninguna grande.
Ya no hay ciclistas como Fuente.
No se le parece nadie. Pero es difícil hablar de épocas diferente porque ha cambiado todo: las bicis, los métodos de entrenamiento, las carreteras, las carreras... Comparar a alguien de ahora con Fuente sería complicado. Quizás se le acerca Alberto -Contador- en alguna de sus hazañas. Aquella del Tour de 2011 cuando atacó en el Telegraphe o la de la Vuelta del año pasado. Pero las locuras que hacía José no las haría nadie de hoy en día.
Gimondi decía que estaba loco, en relación a su manera de correr, y que si hubiese sido algo más reflexivo habría ganado algún Giro.
Quién sabe. Es verdad que agarraba unas pájaras tremendas.
Puestos a comparar, ¿Wiggins sería el antagonista de Fuente?
Puede ser, pero, a su vez, no hay nadie como Wiggins. Lo ha ganado todo en la pista y ahora, en la carretera. Nadie había hecho eso antes.
¿Es un revolucionario?
Quizás un adelantado a su tiempo.
Usted se parece más a Wiggins que a Fuente.
En la forma de entender el ciclismo puede que tenga cierto parecido con Wiggins. Lo que pasa es que él, su equipo, están a años luz de nosotros en medios e innovación.
Como Fuente con Merckx, ¿piensa que puede derrotar a Wiggins?
Es el hombre a batir. Viendo cómo ganó el año pasado el Tour, a poco que tenga ese mismo golpe de pedal creo que será prácticamente invencible. Hay varios ciclistas que tienen más crédito que yo para luchar por ganar el Giro: el propio Wiggins, Nibali, Hesjedal...
¿Dónde se ve?
Siempre voy a las carreras con la mayor aspiración posible, pensando en ganar o intentar ganar. Pero sé que para ganar el Giro tienen que darse muchas circunstancias a mi favor. Además, tengo el gran handicap de no haber corrido allí hace mucho, cuando todo el mundo sabe que la manera de correr allí es muy diferente a la del resto de carreras. Entonces, voy a Italia en busca de una etapa y a pelear por estar lo más alto posible en la general. ¿El podio? Es la intención, pero hay gente que lo va a vender muy caro.
Dice que en el Giro se corre diferente, ¿ha preguntado a alguien para saber cómo moverse?
No, pero tanto Alberto -Contador- como Purito me han dicho que como encuentre un buen golpe de pedal voy a disfrutar muchísimo de la bicicleta.
El Giro ya lo corrió en 2005.
Recuerdo pocas cosas. Sobre todo, que era una carrera preciosa. No hay otra igual en la manera en la que lo vive la gente. Sienten pasión. Me acuerdo de cruzar Roma y que todo era de color de rosa. Luego, tiene sus particularidades, como que el desorden que existe está dentro de un orden. Parece que todo es un caos y, no me preguntes cómo, luego sale todo a la perfección.
¿Por qué no volvió a correrlo?
El equipo ha estado muy centrado en el Tour y yo mismo tenía una cuenta pendiente con la carrera francesa. Volví a Francia después de los dos primeros fracasos y se me dio bien. Euskaltel pensó que tenía capacidad para estar en el podio del Tour y hemos estado luchando por ello.
Vuelve ahora, con 34 años.
Tocaba un cambio. Había que dar un poquito de responsabilidad a gente que es el futuro del equipo y tiene que saber lo que es el Tour sin estar a la sombra de nadie. A mí, en cambio, me toca el Giro. Me motiva, sobre todo, porque es en la única grande en la que no tengo una victoria de etapa. Cuando deje la bicicleta sería bonito poder decir que he ganado al menos una etapa en cada una de ellas. Luego, está que siento que soy un ciclista querido en Italia. Lo he notado cuando he corrido en Lombardía. Mucha prensa italiana me decía año tras año que tenía que ir al Giro, que allí me quieren.
Nunca ha ganado en Italia.
Es verdad. Tengo cuatro segundos puestos en Lombardía pero nunca he ganado. Es otra cuenta pendiente.
¿Usted necesita ganar para sentirse recompensado?
Todos necesitamos ganar, ser primeros alguna vez o lograr alguno de los objetivos que nos marcamos. Si me estoy sacrificando, si hago las cosas lo mejor posible, es para ganar, que, seguramente por desgracia, es lo único que vale en el deporte y en la vida. Es triste, pero es así.
Euskaltel sí que necesita ganar.
Tal y como está el ciclismo hoy en día, más que ganar lo que necesitamos es sumar puntos. Pero hay que tener paciencia.
¿Usted siente la presión de cargar con el peso del equipo?
No tengo problema con eso. Yo mismo me presiono más de lo que me pueda presionar el equipo.