"Alguien me envió un mensaje anoche diciendo que el primer año en que Sean Kelly ganó Catalunya, ganó Lieja semanas después. Eso fue en 1984". Daniel Martin no pudo evitar mencionar a la leyenda irlandesa nada más atravesar la meta de Lieja. "Eso fue un poco un presagio", explicaba, "yo estaba en un completo estado de zen durante todo el día. Muy tranquilo". Su triunfo dejaba con la mieles en los labios a Joaquim Rodríguez. Su pulso se escenificó en el último kilómetro, pero lo cierto es que el ciclista irlandés se benefició de una táctica perfecta de su equipo, que utilizó al canadiense Ryder Hesjedal como avanzadilla en los últimos kilómetros.
La carrera comenzó movidita desde bien temprano. Con solo 10 kilómetros recorridos ya se formó la fuga del día. Un sexteto de corredores consiguió alcanzar una ventaja de 14 minutos sobre el pelotón. Katusha, Movistar, Sky y Saxo Bank fueron los encargados de echar por tierra sus ilusiones. A falta de 37 kilómetros para la meta comenzaron los primeros movimientos serios en el pelotón. Michele Scarponi tanteó a los favoritos y Alberto Contador reaccionó al segundo, dejándole claro que encontraría batalla. Los Gilbert, Quintana, Valverde y compañía también dieron un paso al frente. Con el pelotón estirado, David López se asomó a la cabeza y subió el ritmo. Junto a Cunego consiguió unos metros de ventaja que obligó al BMC del campeón del mundo a exprimirse en el pelotón. La subida a Colonster fue aprovechada por Contador para crear un grupo en cabeza con los grandes favoritos. Ahí se juntaron, además del madrileño, Rigoberto Urán, Igor Antón, que se mantuvo atento en toda la fase final de la carrera, Hesjedal y Rui Costa. Valverde, mientras tanto, apostaba por vigilar la rueda de Gilbert.
Fue entonces cuando el canadiense se lanzó al ataque. Apostaba por una contrarreloj de 15 kilómetros y, si no tenía suerte, estaría en cabeza para trabajar en favor de Daniel Martin, quien rodaba en la cabeza del pelotón. La apuesta les salió redonda. Tras la carrera, Martin no escondía la labor de su compañero quien, tras jugar su baza, tiró del grupo selecto de cabeza haciéndole llegar al momento decisivo con más chispa en sus piernas. "La idea era conseguir a alguien en la parte delantera y eso es lo que hizo Ryder", relataba el ganador, "yo me quedé atrás con los otros. No podía creer lo fácil que iba Hesjedal en Saint-Nicolas. Yo controlaba cualquier ataque. Con Ryder al frente estaba en la posición perfecta. Finalmente lo atrapamos en la parte superior de la subida y tiró a toda máquina para mí".
A la vez que Hesjedal atacaba, Dani Moreno tuvo que parar por una avería, lo que le dejaba sin posibilidades de repetir su éxito en la Flecha Valona. A falta de seis kilómetros, el colombiano Carlos Alberto Betancur lanzó su ataque, tal y como lo hiciera en la Flecha. Su maniobra solo sirvió para que los favoritos se agrupasen antes con Hesjedal, quien se hizo con el control del grupo. Valverde decidió deshacerse de Gilbert, pero la sacudida tal vez le exigió quemar demasiada energía.
A 1.200 metros de la meta, fue Joaquim Rodríguez quien atacó. No quería que Valverde le superase al sprint. Pero el de Movistar no tenía más reservas y fue el irlandés Daniel Martin quien respondió al ataque. Scarponi, Valverde y Betancur cedían varios metros. La carrera se decidió en un kilómetro explosivo. Purito y Martin echaron el resto mientras un insensato disfrazado de oso panda les perseguía. El del Garmin dejó claro que sus piernas llegaban más frescas. Con las reservas ganadas en los últimos kilómetros gracias a Hesjedal, se deshizo sin problemas del líder del Katusha y llegaba a la meta en solitario, con tres segundos de ventaja. Tras Purito, Alejandro Valverde completaba el podio.
Daniel Martin se convertía en el primer irlandés en ganar en Lieja tras Sean Kelly, que ganó por segunda vez en 1989. "Me quedé completamente en estado de schock", confesaba tras subir al podio, "no lo podía creer. Yo corro por instinto. No pienso en que lo que está sucediendo durante la carrera. Solo trato de ganar. Verme primero en la línea de meta de la Lieja-Bastogne-Lieja, con los brazos en el aire, es increíble...".
El ciclista del Garmin, que es sobrino del mítico Stephen Roche, no dudaba en señalar que una de las claves del triunfo ha estado en su madurez sobre la bicicleta: "Creo que es por la madurez física y la confianza. Sin duda he dado un gran paso en este invierno. He encontrado una gran diferencia en mi cuerpo respecto al año pasado. He crecido. También es una cuestión de edad. Y para estas carreras, los chicos más maduros lo hacen bien".