Gasteiz. En realidad, Omar Fraile (Santurtzi, 1990) es un ángel. Tiene la virtud de los escaladores, los chicos sin gravedad que tienen alas en los pies. Se hizo ciclista en una montaña, La Arboleda, primera meta decisiva de la Itzulia. Hoy la carrera escala hasta La Lejana, en la puerta del cementerio al que se sube retorcido por una rampa de 400 metros al 21%. Es una atalaya sobre La Arboleda, un paisaje moldeado por el hombre. Le sacó las entrañas a la montaña y cuando la vació, se marchó sin tapar las heridas. Es lo queda allí arriba, viejas minas abandonadas, pantanos y un manto de pasto verde. "Es un buen sitio para pasar el día", dice Omar. "A mí me llevaba desde pequeño mi padre", recuerda. Para entonces ya andaba en bicicleta. "Empecé con tres años". Un juguete. El primer dorsal se lo colgó con ocho, nada serio, y con diez compaginó el ciclismo con el remo. Bogaba en la Sotera, la trainera de Santurtzi. Daba la talla: mide 1,84 y es fuerte. Estuvo tres años en el mar. Salió del agua para subirse a la montaña.

A La Arboleda. "Era mi zona de entrenamiento con la bicicleta de montaña", cuenta. Omar era biker, uno de los buenos. "Intenté llegar a profesional pero vi que no había salida". Así que se pasó a la carretera. Su adaptación fue inmediata. En aficionados fue un ángel volador que ganó Gorla en 2011. Cuesta arriba era ágil y explosivo. Lo sigue siendo. Dicen sus preparadores que es una herencia de los deportes que ha practicado anteriormente, el mountain bike y el remo, ejercicios anaeróbicos, cortos e intensos.

Principalmente, apuntan que Omar tiene que trabajar en el sentido contrario, el fondo, la resistencia, para adaptarse al ciclismo de élite. En eso anda. Aprendiendo. La Vuelta al País Vasco es su primera carrera World Tour y dice que se nota el salto. "El ritmo, la velocidad, la tensión? Al final es todo diferente y a mí me falta experiencia", abunda. Pero le sobra la ilusión de los niños. Sobre todo hoy. Sube a La Arboleda, su montaña. "Entreno por aquí haciendo series y en invierno subo con la mountain bike o en coche para caminar solo por el monte".

Esta tarde no estará solo. "Vienen todos los de la cuadrilla con camisetas verdes". Las de su equipo, el Caja Rural-Seguros RGA. Aunque todos señalan que su futuro es naranja.

Intxausti y antón En la montaña de Omar, de naranja, su único año en Euskaltel, y en la Vuelta al País Vasco explotó Beñat Intxausti. Fue en la primera etapa de la edición de 2010, la de Zierbena. Asomó en Las Calizas, pueblo minero por donde se vuelve a subir hoy, y su paso militar destrozó el grupo. Fue el primer gran destello de Intxausti, que, cosas de la vida, corrió su primera carrera en escuelas muy cerquita, en el polígono de El Campillo. Ama, que le sigue a diario en la Vuelta, le recuerda dando vueltas a las naves industriales.

Antón también recuerda La Arboleda y La Lejana. Estuvo animando en la cuneta en 2005, cuando ya era profesional. Es la única vez que la Vuelta al País Vasco ha llegado hasta allí arriba. Ganó David Moncoutie. Y perdió tiempo un chaval que se llamaba Alberto Contador, que el domingo por la mañana estuvo inspeccionando la zona sin saber muy bien por dónde se subía. "Algo me quiere sonar de que aquel día me caí. Acabé la etapa, pero me dejé algo de tiempo que me descartó para la general". Hoy se pelea por ella en la montaña de Omar.