1º Daryl Impey (Orica)4h23:31
2º Francesco Gavazzi (Astana)m.t.
3º Ángel Vicioso (Katusha)m.t.
GENERAL
1º Francesco Gavazzi (Astana)8h30:04
2º Ángel Vicioso (Katusha)m.t.
3º Peter Velits (Omega-Quick Step)m.t.
La etapa de hoy, 3ª: Gasteiz-La Lejana, 167,7 kilómetros. ETB-1, 14:50 horas.
gasteiz. Neil Stephens, ciclista de la Once y el Festina, tiene doble nacionalidad. Es australiano y vasco. Se quedó a vivir en Oiartzun, sus dos hijos van a ikastola y hablan euskera. Y él, con ellos. Lo entiende todo, pero le cuesta más soltar la lengua. No quita el acento inglés. Mastica las palabras como el chicle. Y alguna no la digiere. Dice que es incapaz de pronunciar Osakidetza sin trabarse. La dice en dos veces: Osaki-detza. Stephens se enamoró primero de Euskadi por su amigo Marino, que se la descubrió. Y luego decidió que se quedaba por amor. Se echó una novia guipuzcoana. No tenía otra salida. Se instaló a gusto. Por su mujer, por la gente, el verde que pinta la lluvia en el óleo del paisaje. Algo sabe Stephens del agua y sus peligros. Se lo contó hace un año a sus chicos del Orica-GreenEdge durante la Vuelta al País Vasco. Les dijo que la lluvia transformaría la llegada a Gasteiz y ordenó a Daryl Impey ponerse al frente cuando comenzaran a cruzar rotondas. El sudafricano, lanzador de Allan Davis, rápido y fuerte, sacó de rueda al pelotón y ganó. Antes de subir al podio dijo que no olvidaría aquella victoria. Ni el camino para llegar a ella. Ayer en Gasteiz volvió a recorrerlo.
Se lo pidió Stephens por la mañana. Que volviese a ganar. Y a los demás, que le ayudaran a hacerlo, que se sacrificaran. Se lo decía al líder Simon Gerrans, que no duda en esas cosas solidarias pese a saber que sin pensar en lo suyo le volaría el maillot amarillo. Y a Matthews, esprinter, más rápido que Impey, más ganador, una apuesta segura. Por eso Stephens no lo tenía claro. "Era una decisión complicada". Acertó.
El ciclismo ya no es lo que era. O eso lamentan algunos como Gaizka Lasa, que corrió de chaval una Vuelta al País Vasco y recuerda las peleas por coger la fuga de salida, los codazos, los mordiscos. Ayer no hubo nada de eso. ¿Miedo? ¿Cansancio? ¿Especulación? ¿Apatía? No sufre ningún mal de esos Amets Txurruka, pequeño y ligero como una pluma y duro como una roca. Es testarudo. Un ciclista de los de antes, de los que insisten. Incansable. Antes de que el pelotón acabase de despertar ya estaba escapado. A lo suyo. Miró para atrás y no vio a nadie. Solo su sombra. Así marchó hacia Elgeta.
Al principio, solo quería esos puntos de la montaña para reforzar su maillot de la montaña sudado la víspera en la primera etapa. Luego, creyó que podía recolectar alguno más en Gatzaga. Y como después de subir a la llanura alavesa seguía teniendo algo más de tres minutos decidió seguir adelante. Txurruka es de los que nunca mira para atrás.
De frente estaba Gasteiz, bajo las nubes negras y las columnas de agua. Pedaleaba hacia el ocaso del día, la noche, la oscuridad. Así era su porvenir: negro. Ni él pensaba que llegaría.
Detrás, el pelotón sesteaba acunado en la etapa de hoy, el primer final en alto con la llegada a La Lejana. En ese muro se cornearán Contador, Porte, Van Garderen, Nairo Quintana, Castroviejo, los Izagirre, Antón, Ulissi, Intxausti... Salvo Van den Broeck, aún están todos en la pomada. La Lejana borrará algún dorsal, Arrate -mañana- otros pocos, Beasain -el viernes- alguno más y la crono del sábado elegirá solo a uno.
La LLUVIA Lo mismo tuvo que hacer Stephens por la mañana y señaló a Impey. Luego, apeló al espíritu de equipo. Así, el GreenEdge tiró siempre controlando la distancia de Txurruka, que antes de caer de maduro, extenuado, coronó los puertos de Vitoria y en San Miguel. Dos puntadas más a su maillot de la montaña. "Pero está difícil", recela el vizcaíno, que tiene también el de las metas volantes. La etapa de ayer, imposible. Claudicó en Zaldiaran después de aguantar un rato a rueda de Voigt y Malori. Bajando hacia Gasteiz sobre el piso mojado se agruparon todos.
Era el mismo escenario de hace un año. Llovía y había anochecido en Gasteiz. Los faros guiaban a los motos y el Orica, al pelotón. Sabía lo que tenía que hacer. Corrieron por la tortilla de rotondas a toda velocidad, en el filo. Gerrans, de amarillo, dio el relevo decisivo y luego se apartó en la recta para dejar de ser líder. El maillot era para Gavazzi, segundo. El sprint, para Impey, que se había aprendido el camino.