Vitoria. el pasado domingo se proclamó campeona de España con una suficiencia incuestionable por sexta vez en el polideportivo Salto del Caballo de Toledo. En su brillante currículum también figura un subcampeonato continental sub'21 en Bakú (Azerbaiyán) o el prestigioso oro en la Copa de Capitales del Mundo en Moscú. Lo mejor de todo es que apenas tiene 21 años y, por lo tanto, margen suficiente para progresar y protagonizar nuevas gestas en algún Europeo o Mundial senior, sus grandes asignaturas pendientes como ella misma no oculta. Dichos registros corresponden a Marta Armentia, una entusiasta y enérgica karateka del Yin-Yang que viene pisando fuerte y llama ya a las puertas de objetivos más ambiciosos durante estos últimos tiempos.
La suya está siendo una carrera meteórica. Desde que a los ocho años empezase a dar en Iparralde las primeras clases en compañía de su hermano Sergio, tres años mayor que ella y también campeón de España en 2006 hasta que tras una rotura de la nariz desistió de continuar compitiendo, ha simultaneado los obligados estudios con sus maratonianas jornadas en el tatami, donde bajo la tutela de los shihan José Luis y Francisco Javier Lezkano ha madurado lo suficiente hasta convertirse en la mejor luchadora a nivel estatal de kumite, una modalidad de combate que se decide a favor de quien marque más puntos golpeando en el cuerpo del adversario. "Como mi madre apuntó a mi hermano a karate, yo le dije que también quería y nos metió a los dos a la vez. Iba a clase, me lo pasaba bien y eso me incitó a meterme más de lleno. No tenía miedo a que me dieran golpes, además a esa edad generalmente lo que se hace es kata y juego", rememora Marta.
El karate, como cualquier deporte que se practique al más alto nivel, obliga a unos sacrificios que esta gasteiztarra no dudó en efectuar. Al tratarse en su caso, además, de una estudiante sumamente aplicada que decidió -con éxito, por otra parte- emprender la carrera de Enfermería, las dificultades fueron en aumento. Los días carecen a menudo de horas suficientes para esta infatigable joven, que quiere especializarse en la rama de salud mental, no renuncia en el futuro a presentarse a una OPE de Osakidetza y tampoco descuida el inglés y el euskera a la hora de completar su proceso de formación. "El tema del trabajo está muy jodido", asume resignada.
Con el fin de "desconectar del día a día y desahogarme", Marta se recluye con asiduidad en la instalación ubicada en Cercas Bajas para pulir sus defectos. "El karate es sacrificado como todo. Depende del tiempo que le quieras dedicar y lo que quieras conseguir. Siempre he tenido que hacer esfuerzos porque lo he intentado compaginar con todo: los estudios, los amigos... Quieras que no, al final llega un momento en que no puedes más y tienes que renunciar a algo. Me he privado del tema de salir los sábados o de estar más tiempo con los amigos", reconoce.
Ni pizzas ni tortilla Los éxitos casi nunca llegan por casualidad y Marta ha forjado sus éxitos gracias a un intenso programa de entrenamiento consistente en el perfeccionamiento su técnica individual y el mantenimiento de un óptimo nivel físico. En concreto, se entrena cuatro días a la semana en el Yin-Yang, sin dejar al margen tampoco otro aspecto clave como la preparación mental que en una modalidad tan exigente suele proporcionar incontables victorias. En la actualidad, compite en la categoría de menos de 55 kilos después de que en su día se viera obligada a adelgazar al detectar que en un peso superior no era lo suficientemente competitiva ante adversarias más fornidas y de una envergadura superior.
Una dieta estricta y baja en calorías no puede lógicamente faltar, aunque en una chica de su edad eso sea un trance difícil de sobrellevar. "Generalmente, suelo pesar 56. Entonces, cada vez que afronto un campeonato tengo que bajar sí o sí porque, en caso contrario, no doy el peso. Siempre lo consigo. No me gustan las golosinas, lo que más rabia me da es no comer pizzas o cualquier cosa que pruebas cuando sales con las amigas como un pintxo de tortilla. Al final, debes quitarte de todo", justifica en medio de una risa reveladora. De cara al futuro, Armentia ya tiene entre ceja y ceja firmar un destacado papel en un Europeo o Mundial, dos citas donde la competencia es feroz. Ella, en cambio, no se arruga y promete dar mucha guerra. "Quiero superarme a mí misma y conseguir algo. A ver si alcanzo un podio, pero es muy difícil porque hay mucho nivel entre las rusas, japonesas, chinas, francesas...", advierte esta gasteiztarra llena de vitalidad que el próximo 14 de mayo hará 22 primaveras.