Arranca una nueva temporada y las incógnitas se ciernen sobre el asfalto de Melbourne. El Gran Premio de Australia alza el telón, se disparan los bólidos y brotan las primeras respuestas para la incertidumbre invernal. La primera sorpresa se erige en el primer cajón del podio, la más flamante y visible, con el finlandés Kimi Raikkonen y su Lotus, quien desde la séptima pintura de la parrilla de salida, tenaz con una estrategia de dos paradas en lugar de tres y una constancia gélida, exenta de emociones que debilitan, hizo del duelo Ferrari-Red Bull, a priori favoritos, una anécdota.
La campaña se lanzó como una especie de regreso al pasado. Sebastian Vettel, desde la pole, hizo brecha en los primeros giros. Su compañero, Mark Webber, segundo de partida, reverdeció la que ha venido siendo su condena, una desastrosa salida. Fernando Alonso, por contra, también hizo de las suyas ensalzando el valor de sus manos, quinto en la largada, fue tercero en un santiamén, a rebufo de su compañero Felipe Massa. Ambos ganaron la posición a Lewis Hamilton, que hizo todo lo que dio de sí un Mercedes que debe seguir progresando -el monoplazade Nico Rosberg se detuvo por problemas y enlaza siete carreras seguidas sin terminar-. Hasta ahí, más ración de 2012, con la excepción de McLaren, nefastos ayer, la noticia ingrata para el espíritu de competecia. De hecho, Vettel fue un calco del tricampeón. Pronto se aisló en la soledad del aventajado.
Los Ferrari eran perros para una presa llamada Vettel. Massa establecía la pauta de la Scuderia, pero en el garaje primaron a Alonso. La elección del orden en el primer paso por boxes no adulteró la prueba, si bien, en la segunda visita Ferrari señaló a Alonso como candidato al triunfo.
Para entonces, Vettel había proyectado una flaquezas desconocidas. Era tan capaz de fugarse sin remedio como de luego ir desvaneciéndose víctima de la degradación de los neumáticos. Ferrari no podía hacer nada contra su agudeza con gomas nuevas, pero el tiempo colocaba a los monoplazas rojos de nuevo tras su estela. El ritmo de Red Bull era de altibajos y el de Ferrari, más sostenido, ambos con resultados parejos. "Fuimos un poco demasiado agresivos con los neumáticos", diría Vettel a la postre. Es el galimatías de Red Bull, aunque ayer también lo era su velocidad punta.
Así llegó el citado segundo paso por los garajes: vuelta 21 de las 58 propuestas para Ferrari, que alteró el orden de la primera visita y Alonso fue atendido antes que Massa. El brasileño perdió plaza en pos de su compañero. Una maniobra magistral de la Scuderia, pues Alonso también relegó al líder Vettel.
Pero entonces surgió la candidatura de un rezagado Raikkonen que hizo ver la posibilidad de dos paradas. El finés se había fajado con Hamilton y en todo momento vino siendo actor secundario. Aunque en ese instante se supo de sus intenciones. A Red Bull y Ferrari solo les quedaba confiar en una mala apuesta de Lotus y una degradación lógica corriente -pero Raikkonen hizo perdurar la vida de sus calzos de compuesto duro 25 vueltas y Alonso, 19 como máximo) o en un vertiginoso incremento del ritmo que anulase los cerca de 25 segundos perdidos en la tercera visita a boxes.
amago de lluvia En el giro 29 la lluvia amagó con una pasajera sacudida que no alteró el orden. A saber quién hubiera firmado ayer por ello. Lo cierto es que Alonso siguió empujando con la fe de un desfallecimiento de los calzos del Lotus y marcó vuelta rápida. Entretanto, Maldonado y Rosberg ya estaban fuera de combate.
El asturiano encabezó la carrera hasta su inevitable tercera sustitución de gomas, en la vuelta 40. Ahí se terminó su oposición hacia el campeón del mundo de 2007. Raikkonen, de 33 años, se enrocó en la punta y se manejó soberbio desde las alturas. "Uno nunca sabe cómo va a ir, pero sí sabía que el coche estaba bien, tenía una buena sensación, aunque necesitas hacer las primeras vueltas para saberlo", diría a la postre 'Iceman', tras romper el hielo de la temporda, con su vigésima victoria en F-1, segunda con Lotus. La gestión en el consumo de los neumáticos fue su mayor arma y una virtud que bien vale la presentación de su candidatura al título.
"Ha sido una carrera fantástica", juzgaría Alonso, desde el segundo pedestal del podio. "Somos las segundas personas más contentas del mundo ahora mismo en la Fórmula 1. Teníamos en otros años un coche que no nos permitía estar en la lucha, este año es diferente, aunque vamos a confirmarlo en algún Gran Premio un poco más normal", añadió. Puede que acontezca un cambio en la historia reciente del Gran Circo.