PAMPLONA. "Se acabó y ya está", explicaba ayer Patxi Ruiz (Lizarra, 1980). Los peores presagios que barruntaba el zaguero de Asegarce a DNA a finales de septiembre se han cumplido y tendrá que colgar el pantalón blanco sin oportunidad de reivindicarse por última vez. Y es que, tras pasar por quirófano hace un año y un mes para arreglar dos hernias discales en la espalda, a Ruiz le fue diagnosticada cinco meses después una fibrosis -cuando se forma más tejido fibroso del necesario en la cicatriz del modo que puede causar gran dolor si comprime un nervio- en la zona de la operación, lo que le complicó la recuperación y fue "un palo enorme". Entonces, los médicos tuvieron que abrirle y volverle a limpiar la herida. Pero los dolores continuaron. Pues bien, se probó hace unos días en frontón, con pelotazos del uno al uno con malas sensaciones y como ya llevaba varias semanas barajando la posibilidad de tomar una decisión definitiva, el de Lizarra concretó ayer que no continuará como pelotari profesional en Asegarce. "Tengo muchas molestias a la hora de mover el tronco y darle a la pelota", desveló el guardaespaldas, campeón del Manomanista en 2003 y finalista del Parejas en 2002.

Así las cosas, después de tanto tiempo sin pisar los frontones, después de trabajar mucho en la recuperación e ir "tres o cuatro veces por semana a Gasteiz", el zaguero no ha podido tomar otra sentencia que la de abandonar la pelota profesional con la pena de "no vestirse de blanco" para su última cita con el público. Fue el dolor el culpable de que le fuera imposible volver a las canchas y uno, ante eso, no puede "competir", explicó el de Lizarra, quien se tendrá que conformar a partir de ahora con ver los encuentros desde la grada, desde donde no "he seguido muchos partidos, porque da un poco de rabia". "Ha habido momentos muy malos, pero ya tenía asumido, y mucho, que esto se iba a acabar; así que no me llevo un disgusto tan grande. Lo es, porque da pena que se me acabe la carrera con 32 años, pero en algún momento iba a llegar a ese punto. Ahora me toca seguir hacia adelante, pensar en otra cosa y disfrutar de mi mujer, mi hijo, mi familia y mis amigos, que siempre han estado a mi lado", declaró.

La resolución, ya en firme, fue comunicada ayer por la mañana a los responsables de Asegarce, donde se lo tomaron "con mucha pena Iñigo Simón, Iñigo Salbidea...". "Al final, he pasado quince años de mi vida con ellos y ellos conmigo", relató el zaguero. En dicha reunión, Patxi contó los problemas que llevaba encima, los dolores, los meses de inactividad y demás para concretar que no volvería a jugar si no estaba a gusto. Tal y como dijo en una entrevista concedida a este periódico en septiembre, en la que manifestó que "voy a pelear para seguir jugando, pero lo que también tengo claro es que si no estoy a tope no voy a salir. Ya he jugado partidos sin estar bien, sufriendo, y si no salgo bien, colgaré el pantalón, dejaré de jugar y a otra cosa. Quiero jugar, quiero demostrar y salir a por todo; no quiero salir a medias. Para estar mal no voy a jugar, a la mínima duda no salgo". Y así ha hecho en un ejercicio de honestidad, haciendo público ayer mismo una mala noticia para todo el mundo pelotazale, donde se le recuerda como un zaguero con mucho juego, capaz de rendir atrás y delante, como un todoterreno.

futuro homenaje Desde Asegarce se tiene previsto brindar a Ruiz un homenaje por todos los servicios prestados a la empresa, con la que debutó el 14 de noviembre de 1998 en el Labrit de Iruñea, hace ya tres lustros. Los problemas de espalda han precipitado la retirada del manista, que llevaba varias temporadas arrastrando problemas severos en la espalda y que mediatizaron su juego en muchas ocasiones, evitando que gozara tal y como puede hacer un guardaespaldas con su calidad técnica. De hecho, la cátedra siempre ha dicho que las cualidades de Patxi son algo "innato", que ha nacido para jugar a pelota. De todos modos, Ruiz lleva todo este curso estudiando para ser masajista deportivo y quiropráctico, funciones que quiere desempeñar cuando se encuentre preparado. "Los momentos malos han pasado y toca pensar en el futuro, ahora estoy centrado en estudiar y en estar un poco relajado".

En la retina siempre quedará ese inolvidable partido contra Aimar Olaizola en 2003, en la final del Manomanista que se dilató más de un mes, cuando un zaguero alzó por última vez la txapela individual más importante del panorama manista. "Ese fue un día bonito, para recordar, porque es lo máximo a lo que uno aspira; sin embargo, yo me quedo con un montón de momentos en el vestuario, entrenando, con los compañeros..., que es lo mejor", remachó el ya exmanista profesional.