SANXENXO. El lunes por la mañana, día de descanso en Sanxenxo, día de lluvia, de playas y terrazas vacías, Joaquim Rodríguez se escapa con la bicicleta y se pira en busca del Monte Castrove, la atalaya preciosa que se eleva apenas 500 metros sobre la ría de Pontevedra, una manta azul salpicada de barquitos y mejilloneras. Hasta allí sube hoy la Vuelta en la crono que mide a los cuatro favoritos, los cuatro magníficos les llaman, para llegar de rojo a Madrid. A ellos, claro, y a sus perseguidores. Antón y los demás.
Purito se pasó la mañana memorizando ese paisaje de pinos y eucaliptos, de caseríos solitarios y prados verdes, y cuando volvió a su hotel a orillas del Atlántico, junto a la playa, se frotó las manos de contento porque lo que vio superaba con creces lo que esperaba encontrarse, lo que le había contado el libro de ruta y lo que le habían chivado por ahí. Era más dura y complicada, mejor para él, que se pierde en las largas rectas, la llanura castellana, la Ribera del Duero, el recuerdo negro de Peñafiel -2010- y el martirio bajo el sol.
Nada que ver con lo de hoy en Galicia y su perfil de sierra. De eso va la crono. De subir y bajar. Primero, un repecho de tres kilómetros al poco de salir. Y una bajada de dos. Luego, un llano de siete hasta los pies del Monte Castrove, diez kilómetros de ascensión. La primera parte, dos kilómetros, dura, sobre el 9% de desnivel, y después, otros ocho irregulares, con descansos y repechos, nunca por encima del 6%, y carretera ancha de buen piso. Arriba, los eucaliptos y el merendero, una antena de radio y su choza blanca y, si no lo envuelven las nubes, la panorámica sobre la ría azul de Pontevedra. Hacia allí bajan. Por una lengua de asfalto que se retuerce entre las sombras del bosque. "Es peligrosa", dice Purito. Mejor para él.
Valerio Piva, el director italiano del Katusha, anuncia que su líder puede dejar de serlo, pero que, seguramente, no será por mucho. "Perderá un minuto o uno y medio", pronostica. Le lleva 53 segundos a Froome, un minuto a Contador y 1:07 a Valverde. A Purito, esas cuentas le hacen gracia. "Valerio me quiere demasiado. Perderé más". ¿Dos minutos? ¿Dos y medio? ¿Tres? No lo dice. "Me basta con salir de la crono y seguir metido en la guerra". Purito no se moja.
Y como él, prudente, prudente, Valverde, que habla de una crono exigente, de que, dentro de lo malo que tiene esa especialidad que no domina, es el mejor perfil posible, y, aún así, solo desea "perder lo menos posible". De todas maneras, el murciano vio el recorrido el lunes y, dicen, también se frotó las manos cuando volvió al hotel. Castroviejo, su compañero contrarrelojista, va más allá y sostiene que esa crono le va, que es para tipos con chispa, lo que le sobra a Valverde, y que su jefe, como Purito, no se dejarán casi nada en esta batalla desigual porque en la lucha en solitario Contador y Froome están por encima de sus dos rivales.
No tanto. O eso piensa el madrileño, que espera cambios en la general pero no sabe en qué dirección ubicarlos. A todos sus rivales les da oportunidades. Opina que a Valverde le va muy bien el recorrido, que Froome tiene el aval de un año fantástico en las cronos, y Purito, un minuto de ventaja que no descarta pueda servirle para seguir de rojo. ¿Y él? "Yo cada día me siento mejor". ¿Cómo para ganar la crono? "Como para ganar la Vuelta, que es a por lo que voy".
Froome, la incógnita A eso vino también Froome, que ya había cumplido en la temporada con su segundo puesto en el Tour y el bronce en la crono de los Juegos de Londres. Le sedujo la posibilidad de ser líder por primera del Sky tras año y medio (la Vuelta de 2011 y el Tour) supeditado a Wiggins y se alistó. De líder, de jefe, expuesto a la luz, las críticas, al inglés le va más o menos bien. En dos semanas ha mostrado de todo: estuvo en su sitio en Arrate y Valdezcaray, superior en el Fuerte de Rapitán, valiente y sufriente al final en la Gallina e inquietó su aparente debilidad en Montjuïc. Los días llanos de tensión, corre en cabeza, incluso tira y gasta balas como si le sobraran. Desconcierta Froome, a quien espera hoy el reloj. Es el más capacitado de los cuatro según los resultados del curso. Solo Wiggins fue mejor que él en las dos cronos largas del Tour mientras en los Juegos se metió Tony Martin por medio. Ahora, la duda se cierne sobre su estado de forma. Nadie sabe cómo está realmente. Si el agotamiento empieza a gobernar su piernas o si, por el contrario, resiste. La crono de Pontevedra le examina. Si no saca mucho tiempo, será señal de que no está bien.
Froome, como todos los demás, también fue ayer a reconocer la crono, volvió a su hotel de Cambados y no se frotó las manos. "En la crono soy superior", reconoce sin ocultar su potencial, "pero esta es buena para los escaladores. Purito no va a perder tanto como piensa la gente. Sería diferente si fuesen 40 kilómetros llanos, pero aquí se puede defender".
A Antón también le va Como para Gorka Gerrikagoitia Purito es la referencia de Antón, lo que le va bien al catalán debe irle bien también al escalador vizcaino, crecido en la Collada de la Gallina tras sembrar dudas en Valdezcaray y el Fuerte de Rapitán. "Igor no va a hacer mala crono", confía Gerrika. "Cuando está bien se defiende, ahora lo está y espero que pierda lo mínimo para seguir metido en carrera". Se refiere a la general, su lucha. Es octavo antes de la crono a 3:07 de Purito y mira con ambición a la orgía montañosa del fin de semana.
Los auxiliares de Euskaltel-Euskadi se hicieron del tirón el traslado en coche desde Barcelona a Galicia, llegaron de madrugada al hotel, se pusieron el buzo de trabajo y prepararon las bicicletas de contrarreloj para que el lunes por la mañana Antón pudiese reconocer el recorrido. Cuando el vizcaino regresó al hotel, se frotaba las manos. Como Purito. Como Valverde. A los tres escaladores les va la crono que mide a Contador y espera, sobre todo, a Froome.