SANXENXO. Igor Antón se levanta por la mañana en Sanxenxo y cuando se asoma al día se le hunde la nariz en la inmensidad azul del Atlántico. Lo primero que siente, el aroma salino del océano inundando sus pulmones, la brisa refrescándole la mirada, es una tranquilidad enorme que reconoce como un estado cercano a la felicidad o la serenidad ciclista. Un mar en calma. Piensa que ha sobrevivido a la primera semana que tanto temía por la tensión, su criptonita, y porque a su condición física le faltaba subir un escalón para alcanzar la plenitud. Alejados los temores, a 3:07 de Purito en la general pero a salvo a orillas del Atlántico, Antón dice haberle cogido el pulso a la Vuelta y se conjura, más bien se reafirma en su planteamiento inicial, para disputar la general y "ver hasta dónde llego".

Antes de eso, de lo que viene, el líder de Euskaltel-Euskadi rebobina la memoria y rescata un fotograma fundamental en su trayecto hasta la tranquilidad de Sanxenxo. Recuerda la subida a Valdezcaray. Lo sufrido, pero, sobre todo, a los ángeles que le rescataron. Habla de Txurruka y de Verdugo como de dos santos. Que si no llega a ser por ellos, aún estaría allí, en la estación de esquí, esperando que caiga la nieve en invierno. Hundido, ahogado. Antón, un hombre bueno, se pasa la vida dando las gracias. Es un líder cariñoso. Agradecido.

Y también optimista ahora que la Vuelta se va cargando en las piernas y siente las suyas con capacidad para absorber todo ese plomo. Él les pregunta en susurros cómo va eso, si aguantan, si achican bien la acidosis paralizante de los músculos, y estás, de momento, le dicen que sí con una sonrisa. Por eso, dice, "soy optimista". "El desgaste ha sido tanto físico como sicológico, pero llego contento al día de descanso porque siento que le voy cogiendo el pulso a la Vuelta. Ahora comenzará la fatiga, y la presión en el pelotón bajará algún punto. Entonces espero que pueda verse todo el trabajo que he hecho para llegar bien a este punto", razona Antón.

De eso, de su estado de forma, de la plenitud de sus piernas y la fortaleza de su motor, no tienen duda los responsables de Euskaltel, que gastan más vida, más saliva, en sostener el equilibrio mental de su líder, un asiduo de la zona oscura que son las dudas, un laberinto emocional que le confunde. Álvaro González de Galdeano y Gorka Gerrikagoitia se han pasado la primera semana recordando a Antón lo bueno que es. Incluso en los momentos críticos de Valdezcaray y Fuerte de Rapitán, ambos han mantenido la confianza en el vizcaino. Tras la llegada a Jaca (el Rapitán), Gerrikagotia, que sigue la Vuelta desde casa, llamó a Álvaro por teléfono para conocer de primera mano la sensación que transmitía el grupo. Si lo ocurrido había sembrado la zozobra. El director le dijo que para nada, que reinaba la confianza, que el ambiente era inmejorable, de felicidad, de seguridad. Se dieron de plazo hasta la Collada de la Gallina, el primer puerto serio de la Vuelta, en Andorra, para fijar el destino del equipo en la carrera. Allí, Antón cedió medio minuto con los gallos que gobiernan la general: Purito, Froome, Contador y Valverde.

"Es lo que esperábamos", reaccionó satisfecho Galdeano tras la etapa de Andorra. De todas maneras, lo que verdaderamente esperan en Euskaltel es que Antón se acerque a sus cuatro dueños cuando la Vuelta entre este fin de semana en sus tres días decisivos (Ancares, Lagos de Covadonga y Cuitu Negru).

De los cuatro magníficos habló también ayer Antón. "Ahora mismo están más fuertes que yo, pero a ver si soy el primero de esa segunda fila en la que estamos unos cuantos". Quiere ser el quinto magnífico. "Si soy regular y finalmente acabo quinto en la Vuelta, me iré satisfecho", abunda en su discurso prudente el vizcaino, que él mismo se recuerda que solo ha acabado una vez entre los 10 primeros en una prueba de tres semanas (la Vuelta de 2007, cuando fue octavo). "Tanto en 2008 como en 2010 la pregunta de hasta dónde hubiera llegado se quedó sin respuesta. No noto que tenga el punto de 2010, pero eso no quiere decir que no esté para dar un nivel alto. Quiero cruzar la meta de Madrid y decir 'he acabado tal o cual'. Sería un nuevo paso en mi carrera deportiva, hacer la general y a ver hasta dónde llego", dice.

"Me exijo más" Para eso corre la Vuelta, donde ya ha ganado cuatro etapas, alguna tan maravillosa y excitante como la de hace un año en Bilbao. Por ello, sostiene, el triunfo parcial lo deja en un segundo plano. "Voy madurando como ciclista y los objetivos cada vez son más altos, yo mismo me exijo más. Hay una responsabilidad y tiene su peso, pero he vivido situaciones similares y me siento capacitado y con confianza para seguir luchando por los objetivos. Cuando vienes a ganar una etapa es diferente. Seleccionas las que mejor se adecúan a tus características y ese día te vacías. Pero este año no me motiva especialmente este tema. Ahora quiero ser competitivo todos los días, no perder la concentración en ninguna etapa y disputar hasta el final", zanja Antón, el quinto magnífico.