GILBERT, Philippe (BMC) 4h45:28''

RODRÍGUEZ, Joaquim (Katusha) m.t.

TIRALONGO, Paolo (Astana)a 7''

GENERAL

RODRÍGUEZ, Joaquín (Katusha)34h 44:55''

FROOME, Christopher (Sky)a 53''

CONTADOR, Alberto (Saxo Bank)a 1:00

Hoy, jornada de descanso.

Barcelona. Montjuïc (Barcelona). Por la mañana, la Vuelta madruga en Andorra para irse de compras. Un perfume, un GPS, un iPod, la cámara digital, el vídeo, ropa, zapatos… Lo que esté más barato que en casa, encargos. Hay quien vuelve al hotel cargado de bolsas. No está entre esos Javier Guillén, el director de la Vuelta, que lo único que desearía comprar es salud para Mariangeles, su mano derecha, que reposa en su casa de Madrid. Por lo demás, no necesita nada más que lo que tiene. "Es la Vuelta que queríamos. Qué digo, mejor de lo que queríamos". Habla de cuatro superclases en la pelea. Los cuatro gallos de la Collada de la Gallina. Valverde, Purito, Contador y Froome. De que están en un puño. De que la Vuelta palpita. Y el público, con ella. "Todo lo que hubiésemos imaginado al principio está por debajo de lo que tenemos ahora", dice. Guillén no necesita salir de compras por Andorra.

Le basta con repasar lo recorrido en una semana. Acordarse de la crono por equipos de Iruñea, de la Subida a Arrate, de los abanicos de Valdezcaray, el asalto al Fuerte de Rapitán y el descubrimiento de la Gallina, un puerto deslumbrante. A sus tesoros añade otra joya más antes de que la Vuelta se suba al avión para acostarse por la noche en Galicia, donde hoy descansan. Se mecen en el Atlántico. En el otro extremo, junto al Meditererráneo, en una tarde soleada de Barcelona, el que sale de compras es Purito. Busca segundos. Y Gilbert, que le acompaña de tiendas, un trofeo. Ambos encuentran lo que quieren frente al estadio olímpico, donde el belga logra su primer triunfo del año y el catalán se afianza en la general. Todos contentos. El que más, Guillén.

Contador desconcierta Ocurre todo bajo la sombra del Castillo de Montjuïc, escenario de una de las pruebas legendarias del calendario internacional que desapareció no hace mucho. La Escalada a Montjuïc cerró la temporada ciclista desde 1965 y la victoria de Bahamontes, hasta 2007, cuando triunfó Dani Moreno. Luego, desapareció. La prueba la había ganado cinco veces un tal Merckx. Y otras tantas el gran Marino. Samuel se coronó en dos ocasiones en Montjuïc. Y Antón, en 2006. Antes por allí corrió una mil y más veces, desde cadetes a profesionales, Joaquim Rodríguez, que cuando le preguntan cuál es su carrera preferida, responde que esa, aunque ya no exista. La lleva en el corazón. La ganó una vez, en 2001. Ayer partió allí el pelotón. Un rayo demoledor.

Antes, ocurrió algo tan inesperado y desconcertante como un ataque de Contador en un repecho que nadie supo interpretar salvo como un error de cálculo porque ni siquiera había dado comienzo la ascensión al castillo. ¿A qué vino? Valverde no supo responder. El más gallo la víspera en la Gallina no vio el acelerón del madrileño, ni que le cogieron sin problemas; ni el de Ballan a 4 kilómetros, ya sí, subiendo a Montjuïc por sus rampas duras. Se cocía algo gordo. Esquivando ruedas, serpenteando, un acelerón por aquí, un quiebro por allá, Valverde hizo el camino de atrás hacia adelante pasando a todo el pelotón, se sorprendió de ver a Froome en el filo y con cara de sufrimiento, y cuando alcanzó la cabeza, después de superar también a Contador, echó en falta a Purito, que la estaba liando. El murciano estiró el cuello y vio al líder unos cuantos escalones más arriba en la subida a Montjuïc. Con él iba Gilbert.

A Valverde no le dio tiempo a llegar a esa rueda, la buena. En el alto, el belga y el catalán tenían un puñado de segundos. Pocos pero muchos. O, al menos, suficientes para lo que ambos deseaban. Purito, recolectar más segundos en la lucha por la general; Gilbert, una victoria redentora que le sacara del ostracismo en el que lleva sumido toda la temporada. En el año posterior a su récord de 18 victorias -algunas tan sobresalientes como la Amstel, la Flecha, la Lieja, la Clásica de Donostia o una etapa del Tour-, el belga no había ganado nada. Acabó con esa maldición frente al estadio olímpico.

Antón, concentrado Allí, Purito, segundo, sacó oro: le metió otros 17 segundos a Valverde -nueve de la etapa más ocho de la bonificación-, y 20 a Contador, que no explicó su error, y Froome, que llegó de los últimos del nimio pelotón, una cincuentena de ciclistas, y, dicen, que asfixiado. En la general su ventaja sube hasta los 53 segundos con el inglés, un minuto exacto con el madrileño y 1:07 con el murciano. Otra vez segundo, como Poulidor, pero soy más líder y eso es importante porque necesitaré todos los segundos que pueda para la crono -el miércoles en Pontevedra-", dijo el líder, que restó importancia a lo de Froome. "Me quedo con lo visto en la Gallina, donde los cuatro estuvimos parejos". De los cuatro habló Antón, que estuvo atento y sigue octavo en la general, y dijo que eran cuatro "corredorazos". Que entre ellos está la Vuelta, pero que para él el favorito es Contador, Purito es un valiente, y Valverde y Froome deberían acusar en algún momento el esfuerzo de un curso tan cargado. "¿Yo? Sigo contento y concentrado". Y la Vuelta, añadió, muy abierta y divertida. Más de lo que se hubiese imaginado Guillén.