Barcelona. A Gilbert, un cohete, una turbina, puro fuego e incandescencia durante la recolecta de la pasada temporada, en la que desde el volante de su cosechadora, sobre la grupa de estrategia de tierra quemada, le alcanzó para incendiar 18 llegadas. Disfrutó el belga de la dolce vita de los besos, el champán y las flores en podios tan exuberantes, evocadores y fascinantes como los de la Amstel, la Flecha, la Lieja o la Clásica de Donostia. Suya fue la primavera. La pirotecnia de Gilbert, un ciclista con una paleta de colores inmensa en sus gemelos, apenas ha sido un fósforo, una llama tenue, durante el presente curso, donde su afilada dentadura se plagó de dientes de leche. La luz de primavera y verano de 2011, era noche y frío en 2012. En Barcelona le cubrió el sol.

La llama vela de Gilbert en el fastuoso y faraónico BMC, -el equipo que exprimió la chequera para enlazar a Hushovd, el noruego que caza renos, y Evans, el australiano paciente, y donde se marchitan, pálidos-, corría el riesgo de abandonar la campaña sin dar lumbre a su palmarés de caimán. Hasta que ayer se encontró a Barcelona, con Montjuïc. Amantes. Allí, Gilbert, sobre esa colina ciclista, levantó el puño. Silueta de superman, lo que fue en 2011. Un héroe sobre pedales. Alados. Pegaso. En esta campaña, sin embargo, se había convertido en un humano más que pedalea. De ahí su puño enfrentándose al cielo, desbrozando el primer triunfo, una redención.

Para Gilbert fue la descarga eléctrica de la alegría, de la ilusión recuperada; para Purito más segundo que gestionar desde su almacén, desde el que domina la Vuelta, que hoy pone las piernas en barbecho. Cuelgan por un día. El de descanso.

sumas y restas El catalán no lo hizo ayer. "Conocía perfectamente el final de la etapa pero he sabido sufrir, sabía que tenía que probar y he tenido la suerte de ir con Philippe (Gilbert). Ahora tengo que sumar lo que pueda porque en la contrarreloj me pueden restar", expuso el líder de la Vuelta, que dijo: "No ha hecho falta pactar, Gilbert y yo sabíamos lo que queríamos". Otro líder, sin serlo, Contador, también sabe lo que quiere en esta carrera, pero se precipitó y perdió el rebufo del Purito. "No sabía exactamente cuál era el repecho, pero me he movido un poco para coger posiciones y luego he visto que el repecho duro era el otro, donde ha arrancado Joaquim. Ha sido una pena atacar en el primero", analizó Alberto Contador.