Barcelona. A falta del Messi sublime que siempre lidera los grandes festejos del Barcelona de los últimos años, el equipo azulgrana se agarró anoche a la expresión más colectiva de su fútbol para superar a un Real Madrid que salió del Camp Nou derrotado por 3-2 en la ida de la Supercopa. Mourinho hace tiempo que tiene puesto en el punto de mira la desactivación, en la medida que sea posible, del astro argentino para rebajar las expectativas de éxito del Barça. Casi lo volvió a conseguir, con un diseño defensivo que primero tenía a Khedira como hombre para frenar a Messi en el centro del campo y detrás a un dúo de centrales que achicaban espacios y saltaban encima del argentino a la mínima.
Messi recibió por todas parte, como ya es tradición en los clásicos, e incluso su rival en todas las batallas mediáticas, como es Cristiano, se atrevió en una ocasión a derribarlo, a pesar de que el portugués objetara que lo había cargado con el hombro, cuando en realidad lo derribó con una zancadilla.
Anular a Messi como fuese, parecía la consigna madridista. El equipo de Mourinho volvió a echar un par de pasos atrás y cerrar huecos, a excepción de cuando el balón se acercaba al argentino, que entonces la presión se incrementaba considerablemente, para evitar una acción individual o un pase de gol.
Ante la ausencia de balón y de opciones de lanzarse al ataque como suele hacer, por la falta de espacios, Messi debió ceder en favor del juego de equipo y de otros compañeros que tuvieron instantes sublimes. El máximo goleador del Barcelona hacía partidos que no lograba marcar al Madrid y de penalti rompió una racha de tres encuentros, pero en sus botas tuvo claras oportunidades para haber anotado alguno más, en la primera parte y en la segunda, cuando tuvo el 4-1 a su alcance, acción tras la cual el Madrid poco después dejó el definitivo 3-2.
Messi volvió a sufrir contra el Madrid. Muchos rivales han intentado atenazarle en el centro del campo o anularlo en ataque, pero pocos han obtenido éxito como el Madrid en los últimos partidos, en los que la desactivación frenó bastante la producción ofensiva del argentino, ya que esta meta se ha convertido en una máxima. Dispuso de muy pocos espacios y cuando así se le presentaron, inmediatamente un madridista intentaba cortarle con todos los recursos cualquier avance o intento de pase. Fue una noche dura para el argentino.
A pesar de los obstáculos en el partido, Messi volvió a marcar, de penalti, cuyo gol le ha situado como el azulgrana más goleador en la historia de los clásicos, con catorce tantos. Ante esta situación de pequeño colapso que sufrió en ocasiones Messi, una vez más Iniesta, Xavi, Pedro y Busquets debieron ponerse lo galones para liderar los ataques azulgrana.