En la final de balonmano masculino se enfrentaron dos equipos con suertes diferentes. Por un lado, Francia acudía a su segundo duelo por el oro olímpico de su historia con la intención de revalidar el triunfo logrado hace cuatro años en Pekín. Mientras que, por otro lado, Suecia ya suma cuatro agrias platas en unos Juegos. Así, no fue de extrañar que la victoria fuera a parar a manos de la selección gala, que amplió aún más su leyenda tras revalidar la presea dorada de la capital china. Y lo hizo a costa de un conjunto sueco que hizo todo lo posible para evitarlo, pero no tuvo suerte. El ajustado marcador (21-22) refleja perfectamente lo que fue el partido, un constante de idas y venidas, donde las defensas lograron imponerse a las ofensivas y las imprecisiones y los nervios de una final olímpica protagonizaron fallos que en otra ocasión hubieran sido goles asegurados.
Los nórdicos salieron dispuestos a romper su maleficio y ganar por fin un oro que el destino les lleva privando desde hace más de dos décadas. De este modo, el guardameta Johan Sjostrand, el héroe de los cuartos de final ante Dinamarca, salió dispuesto a honrar a la magnífica saga de porteros suecos; pero si Sjostrand salió al parqué con la idea de hacer historia, mejor arrancó el partido el cancerbero francés Thierry Omeyer, que sólo reconoce una leyenda, la suya propia y la del equipo francés, el único en la historia capaz de encadenar el título olímpico, mundial y continental.
Con las porterías a alto rendimiento y las defensas amuralladas, la final fue transcurriendo con una sucesión de empates, en espera de que cualquier mínimo detalle, decantase el encuentro hacía uno y otro bando. Tan solo la exclusión del lateral sueco Kim Ekdahl du Rietz, dio alas al equipo francés, que no desaprovechó la ventaja numérica para entrar en los últimos diez minutos de partido con tres goles de diferencia (15-18) en el luminoso. Una renta que parecía definitiva, pero los nórdicos no estaban dispuestos a rendirse tan fácilmente y a poco más de un minuto, dejaron el marcador en un ajustado 20-21. Entonces resurgió un espectacular Abalo, que recordó la anterior parada de Sjostrand y batió por con un preciso lanzamiento al meta sueco, poniendo el 20-22, que ya haría inútil el último gol de Ekdahl du Rietz.
Así, Suecia secundó en el podio a Francia, mientras que el bronce fue a parar a Croacia, que derrotó por 26-33 a Hungría en la final de consolación por el tercer puesto.
SUECIA: Sjostrand; Ekberg (6), Andersson (3), Karlsson, Jernemyr, Kallman (2) y Larholm (5), Mattias, Nilsson (1), Rietz (2) Gustafsson, Jakobsson y Petersen (2).
FRANCIA: Omeyer; Abalo (4), Barachet (4), Karabatic (1), Narcisse (4), Guigou (5, 3p) y Sorhaindo (1), Karaboue, Fernández (2), Dinart, Guillaume, Gille, Honrubia y Accambray (1).
Parciales: 1-2, 3-2, 5-5, 7-7, 8-10 y 8-10 (al descanso); 11-14, 12-15, 14-16, 15-18, 18-21 y 21-22.
Árbitros: Krstic y Ljubic (Eslovaquia). Excluyeron por a Karlsson, Jernemyr, Ekdahl du Rietz y Kallman por Suecia; y a Sorhaindo y Karabatic por Francia.