ESPAÑA: Pau Gasol (25), Rudy Fernández, Navarro (7), Calderón y Marc Gasol (20) -equipo inicial-, Sergio Rodríguez (2), Reyes (6), Claver, San Emeterio (3), Llull (3), Ibaka (14) y Sada (2).
BRASIL: JGarcia (3), Huertas (2), Barbosa (23), Varejao (7) y Splitter (11) -equipo inicial-, Machado (3), Neto (6), Torres (6), Taylor (7), Giovannoni (7) y Vieira (13).
Parciales: 26-17, 18-21, 22-19 y 16-31.
Árbitros: Pablo Alberto Estévez (ARG), Jorge Vázquez (PUR), Robert Lottermoser (GER). Caio Torres fue eliminado por cinco personales en el minuto 33.
Incidencias: Basketball Arena ante 8.342 espectadores.
Londres. La selección brasileña ganó a España en uno de los partidos más extraños de los últimos años, porque no quiso pelear durante 37 minutos pero acabó ganando tras un final esperpéntico en el que la selección española desapareció estrepitosamente. Mala cosa es cuando a ninguno de los contendientes le interesa ganar el partido en juego.
Porque el premio de la victoria era demasiado amargo, prácticamente la renuncia explícita a las medallas. La cabeza más alta, quizá, pero sin duda una condena a encontrarse con EEUU antes de la final y, por tanto, comprar de golpe casi todos los boletos a quedarse fuera del podio olímpico.
Y eso que el partido de la sospecha pareció despejarse rápidamente porque Brasil no quiso entrar en la guerra. Adquirió un papel secundario, se dejó llevar por el marcador y admitió el dominio de España. El equipo español salió dispuesto a ganar y al ver la poca oposición que tuvo enfrente decidió adaptarse y dar más minutos a los menos habituales.
Los datos hablan por sí solos: 12 de 27 tiros de dos y 3 de 10 en triples al descanso de los brasileños. Y otro apunte definitivo: al inicio del segundo cuarto ni un solo de los titulares de ambos equipos estaba en pista. Así las cosas la tensión del partido fue mínima y la frialdad de la pista se trasladó a las gradas. Los 8.342 espectadores se divirtieron más haciendo la ola o cantando canciones que con el espectáculo que se les dio.
Pau Gasol, que se convirtió en el máximo anotador histórico de la selección española en los Juegos Olímpicos y ya suma 417, anotó once de los dieciséis puntos anotador por el equipo tras seis minutos de juego, 16-11. Brasil, con calculada ineficiencia, sólo se acercó lo estrictamente necesario en el marcador, 37-35 (min. 16), mientras que España se fue contagiando del ritmo cansino y de la nula presión de sus rivales. Al descanso, 44-38.
En el tercer cuarto el partido se transformó en una especie de pachanga con alguna que otra acción individual, algún tapón o mate de Ibaka y pases preciosistas que animaron momentáneamente a la aburrida grada. Las diferencias, instaladas en torno a la decena de puntos permitieron, puntualmente, alguna acción ofensiva de mérito brasileña. Pero nada serio, nada que indujera a pensar en un final tan sorprendente después de que al concluir el tercer cuarto se llegara con un 66-57.
El equipo español siguió jugando al trantrán sin gastar más energías de lo necesario. Su apuesta por la victoria, por el espíritu olímpico y por la deportividad pareció clara desde el primer momento. Pero los diez minutos finales fueron desconcertantes. Brasil estrechó la ventaja española hasta los tres puntos, 70-67 a falta de seis minutos, y casi sin querer se puso arriba en el marcador: 73-75 a falta de poco más de cuatro minutos, en su primera ventaja en el partido.
En ese momento el equipo español desapareció de la pista. Scariolo dio entrada a Pau Gasol y a Navarro pero la inoperancia de los españoles fue total y Brasil, prácticamente sin querer, acabó ganando.
Con este resultado, Brasil acaba segunda de grupo y España, tercera. Brasil se las verá en una hipotética semifinal con Estados Unidos y España eludiría a los norteamericanos hasta la final.