La crisis galopante que está arrasando con buena parte del tejido empresarial de España lleva camino de llevarse también por delante a muchos clubes deportivos que, amputados de las subvenciones de las instituciones y con enormes problemas para encontrar patrocinadores privados, ven minimizados al máximo sus recursos económicos y con ello ponen en riesgo su propia supervivencia. La Liga ACB, la considerada como más importante después de la NBA, no se escapa a esos problemas. Un deporte de auténtica referencia ve cómo muchos de sus asociados en el panorama estatal tienen auténticos quebraderos de cabeza para continuar con su actividad. Y eso por no hablar de las categorías que engrosan la LEB. De momento, la ACB conserva su estructura de dieciocho clubes, aunque todo hace indicar que no será durante mucho tiempo si, como se prevé, la situación se recrudece aún más.

El reingreso del Valladolid en la competición ha sido el último paso para volver a completar la máxima competición del baloncesto estatal, a la que la reciente conversión del Obradoiro en sociedad anónima deportiva ha provocado que su composición ya sea definitiva. Los últimos meses para el conjunto pucelano han sido una montaña rusa de sensaciones: descendido primero, repescado después, amenazado por impagos luego y, finalmente, readmitido entre la elite.

El de la ACB ha sido un verano completamente distinto al habitual. No se han producido ni ascensos ni descensos, aunque la próxima temporada habrá un club nuevo, el Club Baloncesto Canarias, entre los mejores. El conjunto insular se ganó el ascenso sobre las canchas como el líder de la LEB Oro al final de la fase regular, pero la imposibilidad de afrontar las exigencias económicas del acceso a la ACB les dejó, inicialmente, sin la plaza que deportivamente merecían.

Para su fortuna, encontró el Canarias una vía más económica para ascender de categoría. Acuciado por las deudas, el Alicante decidió vender su plaza en la ACB para obtener ingresos que le permitieran abonar todo lo que debía. Así, la entidad insular se hizo con la plaza por un desembolso mucho menor. Menos suerte en este sentido tuvo el Menorca, ganador del play off de ascenso que además no tenía que afrontar unas exigencias tan leoninas como las del Canarias al haber formado parte de la ACB en temporadas precedentes, teniendo de esta manera los pagos más importantes ya cumplimentados. Pues ni así. Mahón se queda definitivamente sin baloncesto al no ser el club menorquín capaz de regresar a la elite por motivos económicos.

La imposibilidad de ascender por parte de los clubes procedentes de la LEB abría dos opciones: la rebaja de equipos en la ACB a dieciséis o la continuidad con dieciocho. La primera es un deseo de varios clubes de la Asociación desde hace tiempo y la actual parecía la ocasión ideal para lograrlo, aunque finalmente se dio la posibilidad de seguir en la categoría a Estudiantes y Valladolid, encontrándose serios problemas los pucelanos por no estar al corriente con los pagos al Fondo de Garantía Salarial que han cumplimentado esta semana para ser readmitidos. Toda vez que el Obradoiro se ha conformado esta semana como sociedad anónima deportiva (tenía hasta el 8 de agosto de límite), la ACB seguirá contando con dieciocho equipos, aunque esta continuidad no quiere decir que la competición goce de una salud inmejorable.

Históricos como Valladolid, Estudiantes o Joventut viven momentos críticos, la retirada de subvenciones amenaza seriamente el futuro de clubes en ascenso como el Gipuzkoa Basket (acaba de renunciar a la Eurocup), mientras que los modestos que siempre han ajustado al máximo sus gastos lo tienen cada vez más difícil para conseguir cuadrar sus exiguos presupuestos. Tampoco los clubes más relevantes, exceptuando a los dos dependientes del fútbol, se escapan a esta situación de crisis que amenaza con hacer zozobrar el deporte estatal.