EGUN on. Hoy es el día señalado de mi calendario. Tengo cuerpo de competi. Respiración profunda, manos sudorosas, mal humor y poco apetito. Así es un día de competi. El cuerpo actúa diferente. Está alerta. Será un día duro. Hasta luego". Este era el mensaje de Maialen Chourraut a sus seguidores en la red social Twitter hacia las diez de la mañana de ayer. Enseguida se sucedieron las respuestas de ánimo de amigos, periodistas y demás personas anónimas que querían dar el último apoyo a la piragüista lasartearra antes del decisivo día en el que podía coronarse campeona olímpica.

Pero, más allá de la red social de moda, sus seguidores se juntaron en la cafetería del Atlético San Sebastián, el club de origen de la palista, para ver la semifinal primero, en la que avaló los mejores pronósticos con el segundo mejor tiempo de la primera cita del día; y la posterior final en la que Maialen partía con el cartel de favorita a medalla.

Niños y niñas. Jóvenes y no tan jóvenes. Todos aguardaban expectantes ante el televisor, como si de la película Sonrisas y lágrimas se tratara. Pero la protagonista esta vez no sería Julie Andrews, sino Maialen Chourraut, una guipuzcoana con una sola ilusión: ganar una medalla en los Juegos de Londres, su segunda participación olímpica .

Corrían las cinco de la tarde, y poco a poco iba llegando más y más gente. Algunos se tomaban un cafecito, otros jugaban a cartas, y los demás se quitaban los nervios conversando con el de al lado. La espera se hizo larga. Los que más tarde llegaban preguntaban por Maialen. Tranquilidad, todavía faltaba tiempo para que la lasartearra se mojara en las aguas de Lee Valley, penúltima en bajar.

Con deportividad, se aplaudían las buenas actuaciones de las rivales. Fueron los casos de la australiana Jessica Fox o la francesa Emilie Fer. Hubo quien incluso se llevó las manos a la cabeza pensando en que su ídolo no lo podría superar. Pero también se celebraron los fallos, como los de la austríaca Corinna Kuhnle. Era importante que hubiese pocas palistas en esos primeros puestos.

Se acercaba el turno de Maialen. Las madres llamaban a sus hijos: Mugi, mugi, Maialen aterako da ta! La gente se agolpó delante de la televisión. Hasta los del gimnasio dejaron de ejercitarse por cinco minutos. Era el gran momento.

17.21. Las cámaras enfocan a Chourraut. Ovación. Aupa Maialen! gritaban. Bocinas... hasta ¡una adarra! Pero mientras la guipuzcoana hacía su trabajo, silencio sepulcral y nervios. Se tuerce la cosa en el primer parcial. Maialen perdía un segundo respecto a la francesa Fer. Primeras caras de decepción, pero nadie bajó los brazos. Para el segundo tramo las cosas cambiaron. La ventaja se redujo a unas pocas centésimas. Eutsi Maialen, animo!, gritaban. Se aplaudía cada buena acción en los quiebros, pero los allí presentes se vinieron arriba en el tercer tramo. Esa ambición quedó en un largo Uyyy. Maialen era tercera, y todo quedaba en vilo. Afortunadamente, no pasó a más. La última participante, Jana Dukatova, se descolgó enseguida, y todos saborearon ya la tercera plaza.

En el instante en el que la eslovaca cruzó la meta, todos se fundieron en abrazos. Pero sobre todo hubo, sonrisas y lágrimas. Lágrimas de emoción porque Maialen consiguió una merecida medalla de bronce.