Conéctate al Skype. Es úrgente". El 17 de diciembre de 2010, mientras descansaba en Los Ángeles, su base de entrenamientos, una semana después de haber aterrizado allí procedente de Túnez, su país natal, Oussama Mellouli se encontró este mensaje en su teléfono móvil. Obedeció de inmediato, contactó con su hogar y halló a su madre extraordinariamente alterada. Le contó que algo raro estaba ocurriendo en el país, que Mohamed Bouazizi, un joven vendedor ambulante de 26 años, acababa de inmolarse en Sidi Bouzid por sus graves problemas económicos y el trato recibido por la Policía y que toda la ciudad había estallado en una serie de protestas y disturbios que acabaron desencadenando en lo que posteriormente se conoció como la Primavera Árabe, una serie de alzamientos que salpicaron principalmente el norte de África en busca de mayores libertades democráticas y una mejora en las condiciones de vida. Mellouli siguió toda la revolución desde la costa oeste de Estados Unidos, permanentemente conectado a internet cada vez que salía de la piscina. Así tuvo conocimiento de que el 14 de enero el presidente tunecino, Ben Alí, el mismo que semanas antes le había recibido con todos los honores en el Aeropuerto de Túnez después de ganar un oro y dos platas en los Mundiales de piscina corta, había tenido que abandonar un país que comenzaba a sufrir radicales cambios.
"Fueron hechos históricos", señaló meses después Ous, como es conocido. "Todavía tengo sentimientos encontrados cuando recuerdo aquellas semanas en las que Túnez entró en estado de paranoia, con los aeropuertos cerrados y numerosos barrios repletos de barricadas. Estamos muy orgullosos de haber podido establecer un gobierno democrático en nuestro país sin necesidad de intervención extranjera. Fue algo extraordinario, pero ahora tenemos muchos retos por delante, sobre todo en la parcela económica. Debemos encontrar nuestra propia identidad", asegura el nadador.
En ese reto de ofrecer una luz de esperanza al pueblo tunecino, Mellouli tiene un papel muy importante, pues se trata de uno de los mejores deportistas de la historia del país. De hecho, suya es una de las dos medallas de oro conquistadas por Túnez en toda la historia de los Juegos Olímpicos -la firmó en Pekín'08 en los 1.500 libres, prueba en la que hoy comenzará su participación en la cita londinense-, un logro que se convirtió, además, en todo un hito para la natación africana, que nunca se había subido a lo más alto del podio olímpico en una prueba individual -hasta entonces su mayor logro era el oro de Sudáfrica en el relevo 4x100 de Atenas'04-. Su condición de figura deportiva en Túnez hace que todo el país esté pendiente de él cada vez que salta a la piscina. "Si Ous gana el oro en Londres, traerá un necesario y esperanzador rayo de esperanza a Túnez y toda África. Se convertiría en una bombona de oxígeno en estos duros días de lucha por la democracia en nuestro país", señalaba recientemente Fawzi Rihane, representante de Túnez en las Naciones Unidas. Él sabe que hay muchas esperanzas puestas en él y no duda en reconocer que "todos los deportistas tunecinos queremos dar motivos de alegría a nuestros compatriotas. El mensaje que queremos extender es claro: podemos tener éxito en citas internacionales de primer nivel pese a los duros momentos que nos está tocando vivir".
Progresión constante La relación de Mellouli con este deporte comenzó cuando tenía cuatro años, el día que su madre, después de ver por televisión que un niño se había ahogado en la mar, inscribió a Ous y a sus dos hermanas mayores en unos cursillos de natación. A los 15 años se trasladó a Marsella para formarse en el programa de tecnificación local y un año después debutó en los Juegos Olímpicos de Sydney, acabando 43º de 45 participantes. En 2002 cruzó el charco para entrenar en la Universidad de Southern California y en Atenas'04 progresó hasta el punto de ser quinto en los 400 estilos, prueba en la que estableció el récord de África. El momento álgido de su carrera deportiva llegó en Pekín'08 con el oro en los 1.500 metros, éxito que espera repetir en Londres aunque sus prestaciones han bajado en los últimos años.