Bilbao. Cuatro vueltas. Ocho minutos. Ese es el tiempo que le sobró a Fernando Alonso sobre el circuito de Silverstone en un Gran Premio de Gran Bretaña donde el piloto de Ferrari se las prometió muy felices. Demasiado. Porque el asturiano pisaba la pole por primera vez en más de dos años y medio, y todas las apuestas le daban como favorito para ganar la que hubiera sido su tercera victoria en la temporada. Pero en el último acto, en un giro inesperado de la película patrocinada por la escudería italiana, Mark Webber (Red Bull) subió al escenario para romper la piñata en la fiesta de Ferrari y quedarse con todos los dulces. La carrera se convirtió entonces en una guerra por la victoria que tan solo admitió dos contendientes. El australiano se pegó al alerón trasero de Alonso, soplándole en la nuca, tensando la conducción del asturiano, que solo pudo aguantar el tipo hasta la vuelta 48, cuando Webber adelantó al piloto de Ferrari para conquistar su segundo triunfo de la campaña.
A pesar de ello, Alonso admitió estar "muy contento tras un día positivo". Y es que a pesar de perder en un agrio desenlace, el asturiano continúa al frente del Mundial con 129 puntos, trece por encima de Webber, su inmediato perseguidor. "Seguimos ahí que es el objetivo principal. Hemos perdido siete puntos con Mark, pero hemos ganado unos extra con los demás", se congratuló el piloto de Ferrari tras la carrera.
El GP de Gran Bretaña siempre dominado por Alonso. En un trazado seco contra todo pronóstico, el monoplaza de Ferrari se calzó los neumáticos duros y, tras una buena salida donde aguantó la primera posición, aprovechó cada curva para alejarse de Webber hasta marcar una cómoda distancia de cinco segundos. La estrategia de la escudería del caballo rampante era todo un éxito y el brutal ritmo que impuso el piloto asturiano desde el comienzo hizo presagiar unos resultados perfectos para el equipo rojo.
Es más, el resto de pilotos tan solo pudieron aplacar su insultante dominio cuando Alonso realizó su primera parada, en la vuelta 15. Fue Lewis Hamilton (McLaren) quien aprovechó la temporal ausencia del actual líder del mundial, al colocarse al frente de la carrera. Pero aguantó poco. El piloto asturiano regresó a la pista de nuevo con duras y, en una pequeña pasada de frenada del inglés, volvió a recuperar el liderato. Cabe destacar la desigualdad del duelo, pues Alonso pugnó con gomas nuevas, pero la maniobra y el riesgo exhibidos por el de Ferrari fueron sublimes.
La ventaja del doble campeón del mundo se mantuvo estable hasta la vuelta 38, cuando Alonso se vio obligado a adelantar su segunda parada ante el demoledor ritmo que exhibió Webber desde que, tres vueltas antes, saliera de boxes con neumáticos duros. Y el declive comenzó con esta parada y la fallida apuesta de colocarse los blandos. Los papeles, en forma de gomas, se intercambiaron y el nuevo contexto de la contienda fue para el asturiano un duro repecho que nunca terminó por coronar. Los tres segundos de ventaja con los que el Ferrari volvió a la pista fueron insuficientes para retener el trono de Silverstone. Así, tres vueltas después, Webber superó al monoplaza de Alonso como si el Ferrari se hubiera rendido a la papiroflexia hasta convertirse en un coche de papel. Es decir, la estrategia inicial de la escudería italiana, aquella que le aupó al liderato durante casi toda la carrera, se volvió en su contra; y Red Bull, con la lección bien aprendida, se aprovechó de la enseñanza italiana para llevarse la victoria. Porque el triunfo siempre estuvo con los neumáticos duros, haciendo inútil el esfuerzo del asturiano. Así, como ya sucedió hace un mes en el GP de Canadá, Alonso desfalleció a falta de ocho vueltas, tras liderar la carrera, cuando hicieron acto de presencia los compuestos blandos. Una mala elección que no solo le costó la victoria, sino que mantuvo en vilo incluso la segunda plaza. Al acecho estuvo Sebastian Vettel (Red Bull), olisqueando sus posibilidades de plata, pero Alonso aguantó sus embestidas logrando mantener su segundo puesto al finalizar las 52 vueltas. Con el permiso del choque protagonizado por Pastor Maldonado (Williams) y Sergio Pérez (Sauber), donde el primero pinchó y al segundo se le rompió la suspensión; todos los focos estuvieron sobre McLaren. La escudería británica corría en casa y ante su afición naufragó. Ni Hamilton ni Button dieron la talla en Silverstone y terminaron luchando por entrar en puntos, por lo que el piloto inglés, poco a poco, va despidiéndose del Mundial.