ABBEVILLE-ROUEN

. Andre Greipel (Lotto)5h18:32

. Alessandro Petacchi (Lampre)m.t.

. Tom Veelers (Argos-Shimano)m.t.

General

. Fabian Cancellara (RadioShack) 20h04:02

. Bradley Wiggins (Sky)a 7".

. Syilvain Chavanel (Omega Pharma)m.t.

Etapa de hoy: 5ª etapa (Rouen-Saint-Quentin, 196,5 km; ETB-1, 14:15).

rouen. No es el Tour de Cavendish. Antes de empezar supo que la motivación exclusiva de Dave Brailsford, su patrón en el Sky, para elegir el equipo del Tour había sido la de blindar a Wiggins, que está en Francia para ser el primer británico que gana la grande bouclé, así que su arcoíris corre estos días solo y melancólico, sin escolta en los esprines, lo que, sin embargo, no fue obstáculo para que tumbara a Greipel en el primer duelo de Tournai. Su vigesimoprimera victoria de etapa en el Tour fue aplaudida sin pasión, aunque se le reconociese el valor de seguir ganando sin lanzadores, porque la rutina no emociona y los medios alimentan al pueblo de historias nuevas y asombrosas como la del chico eslovaco de 22 años que tiene a todo el mundo enamorado con sus aceleraciones prodigiosas, su frialdad y sus mofletes sonrosados que luce en la sala de prensa. Sagan es el hombre del Tour.

De eso se habla en los corrillos ciclistas. Freire, uno al que se le indigestan los jóvenes irrespetuosos que tratan de hacerse hueco en el sprint a puñetazos, podría terminar antes si mencionase los defectos de Sagan, pero prefiere alargarse un rato y carga su descripción de adjetivos deslumbrantes como "increíble" para referirse a la "facilidad con la que gana, la habilidad que demuestra sobre la bicicleta, el carácter y la frialdad". "Lo tiene todo, y quién sabe si dentro de tres o cuatro años no acabará también subiendo los grandes puertos del Tour". Si Freire lo dice...

Algo de eso vienen a contar los italianos. Nibali y Scarponi llaman a Sagan campioni, una etiqueta que no se regala en Italia. Creen que está hecho de pedacitos de otros grandes. Le ponen un poco de Bettini, otro poco de Cavendish e incluso un cacho de Contador. "Algo de esa mezcla es Sagan", dice Nibali. Tourminator. Hasta Gilbert y Valverde, dos que reinaban donde reina ahora el eslovaco, se descubren. "Es impresionante. Es un portento y ahora mismo no tiene rival en una llegada en repecho", dice el valón. Y Valverde, que aún mastica la rabia por haber perdido en dos despistes la oportunidad de medirse a Sagan, reconoce que el chico es bueno. "Un artista, un fenómeno de la época", apunta Zubeldia. Todos hablan de la extraña madurez en carrera de un chaval de 22 años que ha cautivado al Tour.

Aunque haya quien matice y diga que no todo es bueno. A David Millar, por ejemplo, no le gustó la celebración del martes en Boulogne-sur-Mer, la de Forrest Gump. Por la noche escribió en Twitter que le parecía bastante infantil y que no era modo de celebrar una victoria. Se ratificó por la mañana en la salida de Abbeville, pero fue la única pega que le puso y matizó que, de todas maneras, era un grano de arena en el desierto. "Él es un fenómeno y no hay más que decir".

Un día para Cavendish Un fenómeno que gana en todos los terrenos, o casi. Sagan es rápido, hábil y valiente, aunque no tanto como para meterse en un sprint puro del Tour. Ayer le tocaba a Cavendish, un día muy llano, un viaje en l de Abbeville hasta Rouen. Primero, paralelo al océano y los acantilados esculturales de la Cote Picarde, donde no sopló el viento y respiraron los favoritos; y, después, tierra adentro, hasta Rouen. Fue una etapa más de calma, calcada a las anteriores salvo a la escabechina del martes en Boulogne-sur-Mer, en la extraña primera semana del Tour. Se corre tranquilo y eso es noticia. También que la mañana plácida bajo el sol la aprovecharan Arashiro, Delaplace y Moncoutie para marchar por delante del pelotón y que con ellos no estuviese Morkov, que hasta ahora había estado en todas las batallas. En la de ayer no hubo caídas, salvo el tropiezo sin consecuencias de Nibali, y sí algunos intentos de rebelión -Pinot, Grivko, Bouet, el magullado Gilbert, Domoulin, Chavanel y Poels- en un repecho insignificante a diez kilómetro de meta que sofocaron sin dificultad varios equipos y que sirvieron para acabar cogiendo a los fugados. Tocaba sprint.

En eso, Cavendish no tiene igual. A su rueda corre un grupo de forzudos. Greipel, Goss, Kittel… Son la oposición. Ocurre que sin equipo alrededor, el inglés tiene que buscarse la vida antes del sprint como cuenta Freire que ha tenido que hacer toda la vida. En eso estaba, haciéndose hueco a codazos, cuando el pelotón saltó por los aires. Dinamitado. Dicen que Robert Hunter pisó un bidón y que eso desencadenó la catástrofe a dos kilómetros y medio de meta. Cayeron todos como piezas de dominó. Delante no quedó más que una veintena de ciclistas. Los que venían detrás se encontraron con un cortafuegos. Un amasijo de huesos. Humanos y de carbono. Entre ellos estaban los de Cavendish.

Los favoritos esquivaron la sangre. Samuel, bien protegido por Euskaltel, escapó por la derecha. Y a Valverde, que iba muchos más atrás, le dio tiempo a frenar y pasar de puntillas por el lugar del accidente. "Estoy entero", dijo en meta. A todos les pusieron el mismo tiempo.

Greipel estaba a lo suyo y ni siquiera giró la cabeza. "Escuché un ruido". Y luego creyó entender que entre los supervivientes no estaba Cavendish. Sin él, nadie se atrevió a contestar al australiano. "Tengo el mejor equipo", proclamó. "Me han hecho un trabajo perfecto, como el primer día en Tournai". Solo que esta vez no estaba el mejor.

Cavendish entró poco más de cuatro minutos después. Iba serio, tenía el arcoíris rasgado y manchado de asfalto y el cuerpo, magullado. No es su Tour.