FRANCIA: Lloris; Debuchy, Rami, Mexès, Evra; Cabaye (Min. 84: Ben Arfa), Diarra, Malouda (Min.85: Martin); Nasri, Benzema y Ribéry.
INGLATERRA: Hart; Johnson, Terry, Lescott, Cole; Milner, Gerrard, Parker (Min. 78: Henderson), Chamberlain (Min. 77: Defoe); Young y Welbeck (Min. 91: Walcott).
Goles: 0-1: Min. 30: Lescott remata de cabeza un saque de falta lanzado por Gerard por la derecha. 1-1: Min. 39; Disparo raso de Nasri desde fuera< del área que se cuela junto a la cepa del poste.
Árbitro: Nicola Rizzoli (Italia). Mostró tarjeta amarilla a los ingleses Oxlade-Chamberlain (m. 34) y Young (m 71).
Incidencias: Encuentro correspondiente a la primera jornada del Grupo D, disputado en el estadio Donbass Arena de Donetsk ante unos 45.000 espectadores.
vitoria. Los últimos minutos del encuentro fueron paradigmáticos. Francia mareaba el balón, haciéndolo circular por los alrededores del área inglesa con pases sencillos y sin riesgo ante la complicidad de su rival, en vigilia firme sobre las trincheras cavadas alrededor de la portería defendida por Hart. Se había firmado el armisticio. Ni para ti ni para mí. Todos contentos. En el último instante, Karim Benzema arrojó el balón desde lejos contra la portería, lo mismo que hace en el baloncesto en esos últimos segundos que no sirven para nada.
Es lo que tiene disputar el primer partido de una Eurocopa contra el rival teóricamente más difícil. Ocurrió en el España-Italia y volvió a ocurrir en el Francia-Inglaterra. La eventualidad de una derrota en el estreno impone. Da miedo. Por eso, con los espasmos del partido, mejor dejarlo morir en paz. También fue paradigmático que fueran los franceses quienes terminaran domeñando insulsamente la pelota, al fin y al cabo ellos habían llevado mayormente la iniciativa en el partido, lo cual tiene cierto sabor a victoria moral. Desde el principio, la selección inglesa lo tuvo más claro. Para empezar su seleccionador, Roy Hodgson, apenas lleva un mes en el cargo; y la tradicional columna vertebral del equipo, pongamos que Gareth Barry, Gary Cahill, Frank Lampard y Wayne Rooney está fuera de combate por lesión o cumpliendo sanción, como es el caso del delantero del Manchester United, estrella y auténtico referente de los pross, sobre todo de cara al gol.
Por eso a nadie extrañó que el tanto inglés tuviera rancia esencia de fútbol británico. Una falta lanzada por Gerrard con mucho efecto hacia el área gala para que Joleon Lescott batiera de cabeza al meta Lloris sorprendiendo a la zaga rival, sobre todo a Alou Diarra, que no se percató de la estrategia que encerraba la jugada. A la media hora, Inglaterra tenía inclinado el partido a su favor, con lo cual pudo redoblar su apuesta inicial. Es decir, bien pertrechados atrás, acogotando sobre todo a Benzema, para que no pudiera controlar con limpieza el balón y menos asociarse en los últimos metros, y buscando en tres toques el área francesa. Cumpliendo con diligencia esta sencilla esta fórmula estuvo a punto de anotar Milner al cuarto de hora, pero se escoró demasiado en el remate a puerta vacía tras una fantástico pase entre líneas de Ashley Young.
Diarra estuvo a punto de redimirse de su error de colocación en el gol inglés cuatro minutos después, cuando remató por dos veces, la primera la sacó Hart con un paradón, y en la segunda, remachando de cabeza el rechace, envió fuera el balón. Sin embargo el futbolista más incisivo de Francia, el centrocampista del Manchester City Samir Nasri, igualó el tanteador con un tremendo disparo desde fuera del área, entrando el balón junto a la cepa del poste, en una jugada en la que pudo triangular con gente con clase, como son Patrice Evra y Franck Ribéry.
El empate no sosegó el juego de los galos que dominaban el cotarro, pero no encontraban la conexión para hilvanar un juego más profundo, sobre todo porque otro de sus referentes, Franck Ribéry, se empeño en hacer la guerra por su cuenta en más ocasiones de las recomendadas, y Benzema no encontró la fórmula ni las facilidades de asociarse con las que habitualmente se encuentra en el Real Madrid, club donde en esta temporada ha encontrado por fin su máximo esplendor. Por el bando inglés tampoco había muchas más noticias. Uno de sus referentes, Steven Gerrard, el emblema del Liverpool, iniciaba las maniobras demasiado atrás, porque estaba más pendiente de aplicarse en defensa que de animar el lado ofensivo de la selección inglesa. En los minutos iniciales de la segunda parte el partido cambió de aspecto, al menos así ocurrió en los primeros minutos, cuando los hombres de Hodgson intentaron controlar el ritmo de juego, con posesiones más, largas y hacerse con el control del medio campo, donde la tropa francesa campaba a sus anchas bajo el mando de Cabaye y Nasri. Francia, sin embargo, pronto retomó el mando del partido, pero la mayor posesión francesa seguía siendo estéril ante las precauciones defensivas adoptadas por los ingleses. El juego combinativo de los galos moría de inanición frente a esa especie de Muro de Adriano que ordenó construir Hodgson, con ocho ingleses en la frontal del área contra la que chocaban una y otra vez las combinaciones de los delanteros bleus, que empezaban a mostrar signos de desesperación ante ese entramado defensivo del rival y su propia falta de ideas.
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