La escudería Williams atravesó en 2011 el peor pasaje de su historia en la Fórmula 1. Asistió la mayor depresión en la que se ha acunado el equipo británico, un resultado de 5 puntos con agudos picos como el Gran Premio de Abu Dhabi, donde los monoplazas se fueron al fondo de la parrilla, siendo la clasificación más nefasta de su cedida memoria, con más de 600 carreras y casi 300 podios. Esto era el epílogo de una sucesión de años de sequía, un desierto árido que se prolongaba en la cronología hasta 2004, la carrera de Brasil concretamente, cuando Juan Pablo Montoya ató la última victoria para Williams. Desde entonces, se servía por rutina la desolación.
En la temporada 2012, en su planificación, Williams se ha embarcado en el romanticismo para intentar trasladarse al pasado, al matrimonio Williams-Renault que la década de los 90 regó con champán los domingos. De modo que ganar, con todo lo prematuro, solo podía ser por "sorpresa", como confesarían a la postre de ayer. Pero es que este curso está precioso, con cinco carreras disputadas y cinco pilotos ganando (habría que remontarse hasta 1983); el año pasado, con cinco pruebas consumidas, Vettel daba su cuarto pellizco. Y ante este escenario, las sorpresas existen. Williams ha encontrado a su Pastor, a Maldonado, el que cantaba por lo "maravilloso" e "inolvidable" de la jornada del Gran Premio de Catalunya. El venezolano, avezado guía, acababa de sumar el primer podio de su vida y lo hacía subido a lo más alto, con su primera victoria.
Pastor Maldonado, guiño de Hugo Chávez, hijo de una Venezuela emergente, encauzado en la corriente petrolífera, brotó el sábado con la fuerza de los chorros de oro negro de su país. Firmó su primera pole; también el estreno para su país. Cierto que fue gracias a la descalificación de Hamilton, pero bajo un reglamento que es paraguas de todos. Ayer consumó la obra con un empeño hercúleo y el psicoanalismo de un especialista. Motivó a Fernando Alonso a sentirse campeón y le anuló con tortura decimal, la gota venezolana.
De hecho, el asturiano, con un Ferrari más digno de sus manos -los tests del anterior fin de semana en Montmeló han dado frutos-, negoció líder la primera curva. No sin antes sacar a relucir su arrojo, acariciando césped mientras Maldonado le invitaba a levantar el pie del acelerador, arrinconándole en la pintura del asfalto ante la mejor salida de Alonso. Espectador de los posos dejados por el cambio en Ferrari, Alonso, quien puede haber atravesado el mayor bache de la campaña, masticaba la felicidad. Seguramente no imaginaría que Maldonado sería su enemigo, por el peso de la historia principalmente. No obstante, las vueltas se iban agotando y Maldonado, una roca, acero en su empeño, no cedía. Tras ellos, los excepcionales Lotus de Raikkonen y Grosjean, que, a este nivel, podrían ampliar las fronteras de sus objetivos. Schumacher, mientras, decía adiós tras chocar con Senna, en el tercer abandono del curso para el Kaiser, que no levanta cabeza y vuelve a ser actor secundario en Mercedes.
pic favorece a maldonado La segunda visita al pasillo de boxes, en la vuelta 27 de las 66 programadas, resultaría fatal para Alonso. El asturiano regresó a pista tras el doblado Charles Pic, que recibió un drive through de sanción por entorpecer la marcha de Alonso. Más allá incluso. La maniobra pudo costar el triunfo del asturiano, que se desprendió del primer lugar y no lo volvería a recuperar.
El Williams y Maldonado viajaban irreconocibles. Por todo, por velocidad, por fiabilidad, por resistencia... También por sensaciones transmitidas. Cero flaqueza. Ferrari solo encontró respuesta a semejante potencial tocado el ecuador de la carrera. Solo entonces Alonso pasó a rodar más rápido que su máximo rival en la lucha por el triunfo. Entre tanto, Vettel y Massa recibían sanciones por no reducir la velocidad con banderas amarillas asomando.
Alonso comenzó una lenta y paciente batalla contra el crono. Comenzó a esculpir la remontada de cerca de 7 segundos; Maldonado iba desfalleciendo a vistas del mundo. Sin embargo, el venezolano aguardaba para su contraataque. Tenía reservas. Con apenas 15 giros al circuito de Montmeló para el desenlace, Alonso se transformó en la prolongación de Maldonado y, sí, el rocoso Pastor tenía arsenal. Recobró ritmo y se estiró. Los doblados -uno de ellos Massa-, como ocurriera con Pic, cortaron a Fernando, que se esmeraba por recolocarse a rueda del venezolano, quien, además, sufrió una pequeña pérdida de tiempo en su tercer y último cambio de neumáticos. "Se ha acercado muchísimo, teníamos que mantener los neumáticos. He estado vigilando y controlando todo, teníamos un ritmo muy fuerte", atestiguaría Pastor.
El venezolano, sin temblar por las desconocidas circunstancias, protagonizó un esprint letal que obligó a Alonso a ser conformista, como ilustraría su verso: "Un podio en casa, con Red Bull y McLaren en posiciones más retrasadas de lo habitual... No puedo pedir más, ha sido un fin de semana fantástico". Al fin y al cabo, Ferrari, reacción mediante, ha lavado su cara. En cuanto a Alonso, con su segunda posición comparte ahora liderato con Vettel y ante sí tiene un lindo panorama que ha hecho olvidar la borrasca.
Seguido, tras los Lotus de Raikkonen, tercero -terminó temiblemente pegado a Alonso-, y de Grosjean, cuarto, quinto sería Kobayashi en este extraño Gran Premio, delante de un Vettel que fue a más en las postrimerías y gracias a ello pudo mantenerse colíder del Mundial. Mientras, Hamilton y Button fueron octavo y noveno, respectivamente.
incendio Tras el triunfo de Maldonado se produjo una explosión, se especula, en el proceso de vaciado de combustible que hizo que, según el servicio catalán de salud, 16 personas resultaran heridas.