Vitoria. "Estoy de lunes. De lunes malo, porque después de un domingo así... Soy un cadáver", analiza David Merino. El zaguero riojano, después de una final del Parejas muy dura, explica que "hemos sobrevivido" a los festejos.
¿Cómo celebraron la txapela?
Estuvimos en el Casino de Logroño, cerraron a las 4 y nos fuimos pronto para casa porque era domingo y no quedaba nada abierto. Estuvimos un grupo majo: los compañeros, los amigos de Titín, mis amigos, mi familia...
¿Qué significado tiene para usted lograr un título con solo 22 años?
No todos los días se consigue una txapela. He podido acabar con Augusto viviendo una experiencia así y que nadie se lo imaginaba. Fue superemocionante y estamos superfelices con ello. Es mi primer campeonato y es muy grande para mí.
Se ha hecho un hueco en la historia...
Tampoco es para tanto. Augusto ha demostrado desde hace muchos años que es un fenómeno. Él ha demostrado la clase que tiene. Yo creo que mucha culpa de la txapela la tiene Augusto y es un honor compartir campeonato y experiencias como éstas, que ya son inolvidables. Y conseguir la txapela fue lo máximo.
La afición se lanzó a aclamarle...
La gente se abalanzó para darme la enhorabuena. Fue también algo fuerte para mí, no sabía dónde estaba y la gente se portó de maravilla, animó mucho y fue algo muy grande.
Su hermano Miguel también lo viviría de forma especial.
Estaba emocionado, contento y feliz por mí. Toda la familia estaba contenta y disfrutaron.
Cuando entró por primera vez a vestuarios, su cara estaba desencajada, y después dio la sensación de que no podía más.
Sí que notaba que estaban muy cargados los gemelos, entré para darles un masaje antes de que se me cargaran del todo. Ya después sí que entré porque no podía más, se me subieron los gemelos, los isquios y todo. No había modo de que bajase la tensión y Txema Urrutia consiguió que se me relajaran los músculos. Cuando salí, estaba bien, podía aguantar y pasé un poco de preocupación por si no me iban a aguantar del todo.
¿Cómo fue la situación en la que estaban usted, Laskurain y Xala en vestuarios con el cuerpo dolorido?
Estábamos Lasku y yo tumbados: yo con los gemelos y los isquios mal, y él con los cuádriceps. Los dos estábamos tumbados y Xala, luego, entró con el glúteo fastidiado. Fue una imagen de un partido muy duro. Al final, Titín, el más viejo de todos, aguantó como un jabato sin problemas físicos, está en una forma increíble, hay que renovarle por tres o cuatro años más. La del vestuario fue una imagen épica, de llamar la atención.
Se ha llevado usted muchos halagos.
Creo que tanto Titín como yo hemos hecho un gran campeonato, compenetrándonos muy bien. Augusto también hizo un partidazo, quizás no se exhibió como otras veces, en las que apuntilla de forma espectacular, pero sí que trabajó mucho y le dio velocidad al cuero, sacrificándose. Hizo también diez o doce tantos de jugada y eso es para enmarcar. Hemos hecho pareja, en lo bueno y lo malo.
¿Cómo fue el día de su primera final?
La verdad es que me levanté antes de lo normal y noté la tensión. Por la mañana estaba más nervioso y cuando llegué al frontón me tranquilicé, porque sabía qué tenía que hacer y cómo dar cada pelotazo. Estuve hablando con los amigos, di un paseo por Villar de Torre, comí y fui directo a Bilbao, al frontón, que es donde me gusta estar y donde mejor me siento. Era una final, había mucha tensión y hay cosas que no funcionan como te gustaría, pero nos salieron las cosas bien: conseguimos ventaja, Augusto jugó un gran partido y Joaquín nos aconsejó muy bien.
Y consiguió aguantar a unos Xala y Laskurain que le bombardearon.
Los dos fueron a por mí. Igual Xala no tenía la confianza para rematar y buscó el pelotazo largo. Sin embargo, aguanté bien y Augusto estuvo más hábil para acabar el tanto; ahí estuvo la diferencia. Laskurain jugó de diez, un partidazo.
¿Su txapela se traduce en el triunfo de un estilo de pareja en el que prevalece sumar por encima de las individualidades?
Está claro que es un juego de pareja y para ser campeón tienes que sumar como tal. Los dos hemos ido paso a paso. Empezamos con dudas, perdiendo tres o cuatro partidos, y después, a medida que ha pasado el campeonato, nos hemos ido acoplando. Estábamos todo el día juntos y con una mirada ya sabíamos qué iba a hacer el otro. Y además tenemos mucha confianza para decirnos lo que haga falta el uno al otro.
¿Cómo lo celebró Titín?
Estábamos muy contentos los dos. Cuando acabó el partido tuvo que venir a buscarme a la cancha porque no entraba y después estuvimos un rato bueno en el vestuario y salimos un poco tarde de allí. Estaba muy contento, con una sonrisa en la boca.
Como la mayoría de la grada, ¿no?
La afición riojana está volcada con nosotros. Durante el partido vimos también que están ahí, que no fallan nunca. La bandera de La Rioja estaba por todos lados y fueron a Bilbao en masa. Para un chaval como yo fue algo muy grande.
¡Cómo han cambiado las cosas desde que veía a Augusto por la tele!
Cuando veía por la tele a Titín me decía que ojalá pudiera estar yo allí. Cuando debuté me hizo mucha ilusión, mi primer campeonato fue la leche y conseguir la txapela... ¡Quién me lo iba a decir a mí! Estoy todavía que no me lo creo. Esto es lo más grande que hay, es la leche.
Cualquiera se pone a pensar ahora en el Manomanista...
A partir del miércoles toca volver a trabajar. Esto es solo para un par de días y ahora toca seguir peleando. De momento los resultados me están acompañando, pero aquí no te puedes relajar. Hay compañeros que están fuertes, que juegan muchísimo y te pueden ganar.
¿Sienten que representan a un región entera como La Rioja?
La verdad es que la gente ha estado con nosotros y han demostrado que lo han vivido como si fuera en primera persona. Son un diez y no sé si somos representantes de La Rioja, pero sí que nos sentimos muy queridos.