Samuel Sánchez (Euskaltel)28:48

Bauke Mollema (Rabobank)a 6''

Tony Martin (Omega Pharma)a 7''

GENERAL FINAL

Samuel Sánchez (Euskaltel)20h58:15

Joaquim Rodríguez (Katusha)a 12''

Bauke Mollema (Rabobank)a 42''

Oñati. En la era de la incredulidad, hay quien todavía piensa que el ciclismo es una mera cuestión de fe. En 1994 el primer Equipo Euskadi se presentó en el hotel Sindika, cuatro palmos por encima del santuario de Arantzazu, una atalaya sobre Oñati, donde recuerda Miguel Madariaga que se arrodilló ante la virgen para pedirle suerte. Hoy, Euskaltel-Euskadi es el equipo más antiguo del pelotón. ¿Un milagro? Por si acaso, ayer por la mañana, 18 años después, Madariaga salió del hospital de Santa Marina donde está ingresada su ama, 97 años, y condujo hasta Arantzazu para repetir el ruego ante la virgen. Dice que pidió por todos, pero, sobre todo, por Samuel. "Para que tuviese suerte". Horas después, en Oñati, tarde oscura, fría y húmeda, más húmeda aún la mirada emocionada de Madariaga, las cámaras siguen el rastro de Samuel hasta el podio, a cuya cima escala el asturiano de Euskaltel-Euskadi para encontrar el descanso eterno. Cuando le colocan el traje amarillo y saltan los flases, a Samuel, que lleva diez años persiguiendo esa foto, le invade la paz serena de los liberados.

"Estoy en paz conmigo mismo y con la afición", piensa luego en voz alta el asturiano, que envuelve con la sábana blanca de la fe su triunfo en la Vuelta al País Vasco tras ganar, también, la crono de Oñati, un éxito que no quiere comparar con ningún otro (Juegos Olímpicos, la etapa del Tour de Luz Ardiden, el maillot de rey de la montaña…) por considerar ese un ejercicio odioso, pero que Miguel coloca en el panteón de los logros históricos de Euskaltel, junto a los más preciados. La segunda Vuelta al País Vasco de la historia para el equipo -la otra la ganó Mayo en 2003- llega cuando su futuro se tambalea. Oportuna. "Ya llueve menos", suspiró Madariaga. Samuel es el Arca de Noé de Euskaltel. La salvación.

Las gafas amarillas La fe de la que habla el asturiano, de todas maneras, poco o nada tiene que ver con la que lleva a Madariaga hasta el púlpito del santuario de Arantzazu, sino con la constancia y la creencia en que nada es inalcanzable. Samuel cree en él mismo. A ciegas. "Un deportista jamás se puede dar por vencido", proclamó, amarillo y orgulloso. Ha estado una década, desde que debutó en 2002, corriendo detrás del amarillo de la Vuelta. Dicen que la voluntad de Samuel mueve montañas. Que su perfil psicológico se emparenta con el de los inasequibles al desánimo que harían, y hacen, todo lo que está en su mano para alcanzar el éxito. Su biografía es una maratón de superación. Suele contar que su madre, Amparo, se presentó a un examen de Derecho nada más salir del hospital donde le habían extirpado un pecho. Antes de morir, Amparo le enseñó todo a Samuel. También a no rendirse. A luchar. Siendo un crío, 18 años, recordó ayer, le dijo a su madre que quería ser ciclista, pero que para ello tenía que marcharse de su lado. Los ciclistas se hacen en Euskadi, le vino a decir. Amparo le hizo las maletas y le mandó a Bizkaia. Le acogió la Fundación Euskadi, que le puso el maillot de su filial aficionado. Y le adoptaron como a un hijo los Amezaga en su casa de Güeñes.

De ahí arrancó el lunes la Vuelta al País Vasco. "Samuel ha ganado la carrera desde ese día", dijo ayer Miguel. Llevaba el triunfo en la maleta. Antes de salir de su casa de Oviedo, entre otras cosas, metió dos pares de gafas. Unas eran las que lleva desde agosto de 2008 y que le diseñó Oakley después de ganar los Juegos, blancas y doradas; las otras, unas nuevas y amarillas de la misma firma. Algo sabía Samuel.

Y lo intuía Purito. El viernes, tras ganar el sprint de Oñati, el catalán desnudó al líder de Euskaltel-Euskadi. Le daba como ganador porque le delataban los detalles. La fe no se puede ocultar. "Otras veces estaba nervioso toda la semana, atacaba sin mucho sentido, se le veía serio", reveló Joaquim. "Pero este año se le ve tranquilo, risueño y confiado porque ha atacado donde tenía que atacar para hacer daño". El viernes por la tarde, tras atacar junto a Purito en el repecho antes de meta y desarmar a todos sus rivales, Samuel acariciaba la Vuelta. Y sin embargo, seguía hablando de Horner, de las piernas de campeón del mundo de Tony Martin, de cualquier invitado inesperado a su cena. Negaba la evidencia. Judas.

agua bendita En su rezo en Arantzazu, además de suerte, Madariaga también pidió lluvia. Agua bendita. "Es lo que le ha dado fuerza a Samuel", trató de explicar desbordado por la euforia. No exactamente. La lluvia destiñe el maillot de sus rivales mientras las gotas resbalan sin penetrar en el tejido que cubre a Samuel. No le afecta. Por eso, Mikel Astarloza también rezó por él. "Ojalá que llueva", deseó. Concedido.

Con agua, la crono era de las de rezar para no caerse. Por la mañana, Samuel tenía media Vuelta en el bolsillo, y antes de salir le dio otro gran mordisco porque Tony Martin se había caído mientras reconocía el trazado. Así que el alemán salió sin fe. Desprotegido. Miedo. Clavó los dedos en la maneta de freno y en los primeros cinco kilómetros, una conejera de calles estrechas, pavé, repechos amurallados y descensos tétricos, Samuel, que había salido en tromba, le metió 20 segundos. Crucificado. Se lo dijeron por el pinganillo y le sonó a música celestial.

La Vuelta estaba sentenciada pese a que Purito, con tanta fe o más que Samuel, se había apretado bien las zapatillas de salida para firmar la crono de su vida. Nadie creía en él. Ni su padre, su mayor devoto. Padre de poca fe... Acabó segundo, por delante de Mollema, segundo en la crono, y por detrás de Samuel, que a mitad de recorrido le había quitado el amarillo. La luz. El asturiano corrió hacia ella. En meta encontró la etapa y la Vuelta al País Vasco. La paz. Por la tarde, liberado, Samuel volvió a su casa de Asturias para colgar la foto que le faltaba en la pared de su salón. Junto a la de Pekín, Luz Ardiden, París... Y Madariaga volverá hoy, mañana a mucho tardar, a Arantzazu a darle las gracias a la virgen por la manita a Samuel y, quizás, aprovechar para pedirle que no se olvide de aquello que le pedió en la presentación del primer Equipo Euskadi.

1la constancia Debutante en 2002 en la Vuelta al País Vasco, Samuel ha acabado ganando la carrera por la que más había peleado y en la que había subido tres veces al podio.

2Euskaltel-Euskadi La victoria del asturiano llega en un momento delicado para Euskaltel, cuyo futuro aún está en el aire, y debe servir para acercarle a la salvación.

3Gran purito A las dos victorias de etapa, Ibardin y Oñati, Joaquim Rodríguez sumó ayer un rendimiento excepcional en la crono que le llevó al segundo cajón del podio.