Duración: 53:48 minutos de juego.

Saques: 4 de Olaizola II (tantos 7, 9, 16 y 19) y 3 de Martínez de Irujo (tantos 4, 5 y 21).

Faltas de saque: 1 de Olaizola II.

Pelotazos: 279 pelotazos a buena.

Tantos en juego: 7 de Olaizola II y 8 de Martínez de Irujo.

Errores: 10 de Olaizola II y 9 de Martínez de Irujo (incluida 1 pasa del cuatro y medio).

Marcador: 3-0, 3-1, 7-1, 7-2, 9-2, 9-6, 11-6, 11-10, 13-10, 13-13, 13-15, 15-15, 16-15, 16-16, 16-17, 17-17, 17-18, 18-18, 20-18, 20-20 y 20-22.

Incidencias: Partido correspondiente a la primera jornada de la liguilla de semifinales del Cuatro y Medio de la LEP.M, disputado en el frontón Bizkaia de Bilbao. Se rozó el lleno, con casi 3.000 espectadores en las gradas. El dinero salió a la par. Ejercieron de botilleros Asier Olaizola (con su hermano Aimar) y Patxi Eugi (con Martínez de Irujo).

bilbao. Tres gestos de rabia, inconmensurables, delataban la dureza del partido. Juan Martínez de Irujo, mientras el público se levantaba de sus asientos, enfilando este el camino de vestuarios, gritos en el ambiente, negro el frontón Bizkaia, se agachaba y daba tres gritos con los puños cerrados y los brazos en tensión. Se había acabado el suplicio. Había terminado casi una hora de paliza física entre el de Ibero y Aimar Olaizola. Y es que, el caramelo, lo fue para el espectador, porque para los pelotaris fue una auténtica tortura. Tal fue la tensión, tal fueron los nervios, la velocidad, el sacrificio, las volteretas, los golpes, los fallos, las escopetas cargadas y los disparos en los pies que el duelo supuso una liberación llegar a un final veloz y de pantalón largo. Fue Juan el que se impuso en una locura de suerte y saber estar, pero también en un duelo en el que marcó el amasijo de músculo que manejan ambos pelotaris. Y no fue el material -Aimar se gustó con las pelotas de Irujo, sobre las que rajó el pasado miércoles- un hándicap, tampoco las estrecheces psicológicas que supone el Cuatro y Medio y, por supuesto, tampoco lo fueron las dudas con las que podían partir los contendientes: Olaizola II inició el encuentro duro y a la encía e Irujo demostró colmillo y paciencia tras voltear una ventaja que se suponía definitiva. Y ambos, los dos manistas, los dos delanteros de mayor enjundia, los componentes del lugar común que es la contienda entre ambos, entronizaron la jaula y la pelota a mano en un ejercicio si no de maestría, de viveza, de agilidad, de tensión, de profesionalidad, ritmo y velocidad.

Acelerados ambos, sacrificando el pegar hasta el cinco se abrocharon el traje de héroes en una contienda al que le faltó brillantez -Juan empezó fallando y Aimar terminó sin ajustar el punto de mira de su derecha- pero destiló dureza, mucha dureza, y fuerza, mucha fuerza. El delantero de Goizueta quizás partía con la ventaja de sentirse más encanchado; no obstante, las cábalas acerca del estado de Irujo en la distancia han pasado a ser un cliché más; pero con esa ventaja de cara, solamente pudo empezar a tumbar a su contrincante a base de la falta de puntería del de Ibero. Abusó de ello, de pegar a la pared, de intentar a acorralar a Juan. Pero, este, eléctrico, tras vivir uno de sus puntos oscuros en una discusión con un juez -en la que Martínez de Irujo tenía razón-, y encajar un 9-2 inapelable, revivió. El campeón del Cuatro y Medio del curso pasado, a base de saque inspirado y la falta de mordiente de Aimar, empezó a carburar. Irujo percutía, sujetaba y no se limitaba a rematar, daba la impresión de tener mayor empaque que el goizuetarra, que parecía hundido ante la falta de oxígeno y la velocidad tan exigente del frontón de Bilbao.

De este modo, mientras uno alcanzaba a abrazar el luminoso con una tacada de mérito y juego de piernas de púgil; el otro se dedicaba a endurecer el partido. Boqueaban ambos mediado el encuentro, pero Irujo, al que atenazaron "los nervios", parecía más entero y, en cuanto empezó a acertar con el saque remate y dio lustre al gancho, Aimar vio caer su propio imperio. No sin poner oposición, porque Olaizola, tras ceder un empate a 13, se dedicó a menear a Juan y exhibir una defensa inigualable, que no fue suficiente. Irujo fue más y acertó más al final para llevarse el triunfo en una plaza abarrotada y que le impulsa en el primer envite de las semifinales del Cuatro y Medio en un ejercicio imperial.