A primera hora del día ya se sabía que el sol iba a marcar la jornada de ayer y no defraudó. Con unos 35 grados sobre las tres de la tarde y 32 pasadas las 17.30, cuando concluyó la etapa, el sol calentaba de forma contundente a las miles de personas que esperaban en torno a la meta horas antes de la llegada de los ciclistas.

El número de aficionados a las dos ruedas iba aumentando según pasaban los minutos. Aproximadamente a las tres y media comenzaron a colocarse los primeros seguidores a pocos metros de la meta. Deseaban ver el final de etapa en primera línea. Lo que no se conoce es si consiguieron mantener ese hueco durante las dos horas que quedaban para el fin del trayecto. Ellos no eran los únicos que querían ocupar las vallas que se encontraban más cerca de la llegada. Sobre las cuatro, una veintena de integrantes de la organización ESAIT se manifestó con varias pancartas con el objetivo de dejar patente a todos los aficionados que no estaban a favor de que la Vuelta pasara por Euskadi. Lo más curioso fue ver a los miembros de ESAIT y a unos diez ertzainas a escasos dos metros pendientes de que el grupo en contra de la Vuelta no causara ningún escándalo.

Ajenos a cualquier conflicto los aficionados iban en aumento y las calles colindantes a la Avenida Gasteiz, por donde no pasaba la Vuelta, se iban quedando vacías. Muchos de ellos reconocían que era un momento muy bonito que se debía repetir más años. En concreto un veterano de 82 años, Felipe Sanz, que acudió con sus hijos y nietos, recordaba cómo vivió él hace casi 40 años la última llegada de los corredores a Vitoria. "Fue algo muy bonito que, a día de hoy, sigo recordando", rememoraba Felipe, aficionado al ciclismo desde hace muchísimos años. Le gusta tanto este deporte que ha viajado hasta en cinco ocasiones a Francia para ver el Tour y también se ha recorrido la geografía española para ver a los ciclistas llegando a meta. Porque, como dice él, de verdad siente verdadera pasión por este deporte. Tanto es así, que ha querido inculcarles su amor por el ciclismo a sus nietos desde que eran muy pequeños. Y de veras que lo ha conseguido, porque los dos chavales estaban tan entusiasmados como su abuelo.

ambiente festivo A falta de quince kilómetros para que los corredores llegaran a meta, el ambiente era de auténtica fiesta. Los niños corrían de un lado a otro jugando con los aplaudidores y los globos. Como nota curiosa, un grupo de agentes de la Ertzaintza cogió diversas escobas y las repartió por el trayecto de la Avenida Gasteiz asegurando que serían utilizadas para limpiar la carretera en caso de que alguno de los aficionados arrojara algo a la vía pública, evitando de esta forma que algún corredor se tropezara con el objeto lanzado. Desde primera hora de la tarde, además de los policías, también había por toda la calle diferentes puestos de publicidad, como el caso de Euskaltel que repartía globos naranjas o la propia organización de la Vuelta que distribuía aplaudidores de color rojo. Incluso los bomberos que se encontraban en la última parte de la meta repartían cascos de plástico. Todo para evitar que a más de uno las altas temperaturas le causaran un mal momento. Además, durante la guardia un grupo de animadores hacía más amena la espera con sus espectáculos.

Aunque todavía había gente que aguardaba la llegada del pelotón desde una terracita tomando una cerveza aprovechando ese buen tiempo y el estado de alegría de la calle. De hecho, una familia de Pamplona que se encontraba en un bar tomando algo hablaba sobre lo bien que le parecía que llegara la Vuelta a Vitoria. "Sobre todo hemos venido porque los niños vean el ambiente. Desde que hemos salido de casa están muy nerviosos por llegar", comentaba el aita Josu Ibáñez. Cerca de ellos se encontraba una pareja con un niño que no paraba de repetir una y otra vez si quedaba mucho para ver a los corredores.

Ya pasadas las cinco y media de la tarde, el italiano Daniele Bennati atravesaba la meta como ganador y se hacía con una etapa que muy pocos creían que iba a vencer. El veterano Felipe Sanz quería que ganara un vasco. No fue así, pero estaba muy contento por haber visto otro fin de etapa, esta vez en su ciudad.

No era el único, ni mucho menos, con semejante sentimiento. Y es que tanto los aficionados como los propios ciclistas ven con buenos ojos que después de tantos años la Vuelta haya regresado al País Vasco. Han sido dos etapas con mucha emoción y las carreteras repletas de seguidores trasladando todo su ánimo a los profesionales que esperan que se repitan lo antes posible.