vitoria. Antes del viernes y de Bilbao hubo vida, y emociones, y victorias. Claro que las hubo. Aquella etapa de Sagasti en la Vuelta al País Vasco del 94; la de Abantos de Laiseka en la Vuelta y la del Tour, claro, la de Luz Ardiden; la Vuelta al País Vasco de Mayo y su escalada al cielo en Alpe d'Huez; los podios de Samuel en la Vuelta y su hazaña este año en el Tour, sí, la etapa de Luz Ardiden y el maillot de la montaña, y, claro, las dos perlas del Giro, la avalancha de Nieve en los Dolomitas y el maravilloso día de Antón en el Zoncolan. "Pero nunca viví nada tan emocionante como lo de Bilbao. Fue por la gente, el apoyo, el ambiente? Fue histórico. Fue, como vivir un sueño, pero ahora tenemos que bajarnos de la nube y poner los pies en el suelo". Miguel Madariaga ya había llorado otras veces, "más de las que hubiese querido", pero esta vez fue especial. "Lloré de tanta alegría que sentía". Lo cuenta en la mañana de ayer en Bilbao, en la explanada de Botica Vieja, que es un hervidero de gente que quiere ver al héroe, a Antón, que, agasajado, un autógrafo, una foto, un beso, lo que sea, tarda un mundo en llegar a la salida. Cuando lo hace, respira. Unos minutos después, se ha vaciado de gente Botica Vieja. La histeria se ha ido con Antón y la Vuelta. Allí queda, junto al autobús de Euskaltel, Miguel Madariaga tratando de posar los pies en el suelo.

Para el presidente de la Fundación Euskadi, la realidad, el día a día, es una batalla. "Ganar está bien, pero hay que seguir luchando". Luchando, dice, por aquello que ha repetido mil veces sobre la supervivencia del equipo decano en el World Tour, 18 temporadas ya: que Euskaltel-Euskadi sea un equipo sin fecha de caducidad. ¿No la tiene? Cuando se le pregunta a Madariaga, dice que no quiere ser escéptico, sino previsor, ante un futuro que acaba, de momento, en diciembre de 2012, que es hasta donde tiene firmado con todos los patrocinadores, institucionales y privados, que abrigan al equipo. "Pero esto tiene que seguir más allá de esa fecha", explica. "En 2012 voy a vivir momentos muy importantes para tratar de asegurar la continuidad del equipo en 2013 y 2014".

Así subsiste desde siempre el equipo vasco, de dos en dos años. Con esa angustia. "A trompicones. Vivir así es duro porque para poder seguir en la mejor liga de ciclismo y en las grandes carreras del mundo lo primero que hay que tener, o al menos es lo ideal, es una seguridad de por lo menos cuatro años", dice Madariaga. Esa demostración del apoyo masivo de la afición, debe servir, expone, para abrir un diálogo que amplíe el futuro del equipo hasta 2014. "Euskaltel-Euskadi tiene que seguir. Quiero que no se apague este proyecto".