Talavera de la Reina. Ninguna temporada es igual a la otra, o las cosas no salen siempre de la misma manera. Que se lo pregunten a Igor Antón, que no encuentra las piernas mágicas de la Vuelta de 2010; o a Haimar Zubeldia, que, por el contrario, se siente como en sus mejores años en la primera semana de la carrera española.

Haimar, como Fuglsang, es uno de los pocos corredores que llegan del Tour de Francia y se mantienen en la vanguardia cuando la Vuelta ha vivido dos finales importantes, lo que provoca en el usurbildarra, un tipo regular, sin altibajos, sereno y tranquilo, un estado de semieuforia que ya le sugerían los test que realizó después del Tour. "Los números que me salían en las pruebas que hacía antes de la Vuelta eran buenos. Sabía que iba a empezar bien, pero también sé que es una incógnita si lograré mantenerme porque viniendo del Tour en cualquier momento, sobre todo en la tercera semana, puedo acusar el esfuerzo", explica el guipuzcoano del RadioShack, revolucionado tras su soberbia subida al muro de Valdepeñas de Jaén, 600 metros con rampas del 27%, la meca de la explosividad, una cualidad extraña en él, un tipo resistente, alcalino, de los de aliento largo.

Por eso, tras ser quinto y verse disputando la etapa, tan cerca de gente tan impulsiva como Purito, Dani Moreno, Mollema y los demás, su moral creció dos palmos. "Me he animado más", dice; "físicamente tengo unas sensaciones mejores que las de la segunda mitad del año pasado -Haimar se fracturó el radio en una caída en la Dauphiné y no pudo correr el Tour; tampoco la Vuelta, porque su equipo, el RadioShack, no fue, incomprensiblemente, invitado por la organización-, pero no soy el mismo ciclista de otra época, soy distinto. Otro. Más veterano. Físicamente no soy el mismo, claro, pero ahora sé cosas que no sabía antes, cuando era joven. Se trata de un equilibrio mejor". Equilibrio, también, en las cualidades, en la especialización. Haimar fue un gran contrarrelojista. Ganó la crono que le dio la Euskal Bizikleta de 2000. Y en el Tour de 2003 estuvo siempre cerca de Ullrich y Armstrong. "Ahora estoy más fino. Trabajo mucho el peso, lo cuido. Ese kilo o dos de menos me ayudan en la montaña, pero me restan en la crono. He perdido potencia pero aún mantengo las cualidades. Eso no se pierde". Las necesitará en la crono del lunes en Salamanca, 47 kilómetros planos como una mesa, donde dice que conocerá la proyección de su recorrido en esta Vuelta.