Vincenzo Nibali señala a Antón y a 'Purito' como sus dos grandes rivales

vitoria. La llave de la Vuelta a España, además de en las piernas, que tienen que ser fuertes y frescas, se esconde en la cabeza, en mantenerla en el congelador, fría, fría, dice Vincenzo Nibali, el italiano del suer que ganó así, con piernas y cabeza, mucha cabeza, la pasada edición de la ronda estatal, la que era de Igor Antón, pero, ya saben, se la dejó en aquella dramática caída a los pies de Peña Cabarga. Su lugar en el podio de Madrid, arriba del todo, lo ocupó el siciliano, que ya había sido tercero en el Giro de Italia tras su compañero Basso y David Arroyo. Así, después de ser tercero en la carrera rosa, esta vez a rueda de Contador y Scarponi, llega a la salida de la Vuelta Nibali, que tras un Giro agotador, se refugió en el descanso para intensificar luego su puesta a punto en la habitual concentración de los ciclistas del Liquigas en San Pellegrino. "Traté de repetir lo que había hecho el año pasado con la ayuda de nuestro entrenador Paolo Slongo; hemos trabajado en sesiones de calidad para mejorar la intensidad y encontrar esos cambios de ritmo que son esenciales para las subidas españolas", cuenta. Tour de Polonia y Tres Valles Varesinos han sido sus dos únicas carreras antes de viajar a Benidorm. "Tengo la motivación y la ambición para volver a ganar", dice el italiano, que señala a Antón y a Joaquim Rodríguez como los dos grandes rivales que le pueden apartar del doblete en la Vuelta. "Todos sabemos lo mucho que quieren ganar. Pero también están Mechov, Scarponi, Wiggins o Van den Broeck". En la ronda estatal, además de con la misma preparación, solo cuatro días menos de competición en la temporada, desembarca también con la misma indiferencia: como en 2010, no ha reconocido ninguna de las subidas que dececiden esta edición. "No soy una persona que le da mucha importancia a esas cosas", alega.