CUENTA la leyenda, una de las tantas del Tour, lo siguiente: el ciclista que sale de Alpe d'Huez de amarillo y gana una crono se asegura la victoria en el Tour. Muy romántico, tanto como la vida misma, como la realidad, que a veces se cobra lindos caprichos. De las 26 veces que la carrera francesa ha llegado a la cima alpina, en 16 ocasiones se ha dado la circunstancia de que quien salía de la megalómana montaña vestía de amarillo y este mismo corredor ganó o ganaría una contrarreloj. Y en quince ocasiones de ellas, prácticamente todas, la profecía se ha cumplido. El único que no pudo dar vida a la leyenda, la excepción desde que en 1952 se comenzara a subir el Alpe d´Huez, es el holandés Joop Zoetemelk, en 1978. Entonces, el tulipán salió líder y venció contra el tiempo, pero Hinault se llevó la gran recompensa. Anecdóticamente, Zoetemelk no pudo hacer gala al pseudónimo con el que se conoce el Alpe d´Huez, la montaña de los holandeses, precisamente porque son ellos quienes copan el listado de victorias allí, con 8 triunfos, seguido por los 7 de Italia.
En las once ocasiones restantes, o el que salió de amarillo lo perdió en el camino o, si lo conservó, no fue ganando una contrarreloj camino de París. En la última década, sólo Armstrong ha cumplido la leyenda, mientras Pereiro, 2006 -ni amarillo en el Alpe ni victoria en la crono-, y Sastre -amarillo en la cima, pero lejos del triunfo en la crono- negaron su fuerza real. Hoy, vigésimo séptima ocasión que el Tour aterriza en la montaña mitológica, es complicado que se cumpla la profecía. La historia puede toparse con otra salvedad.
Porque puede resistir Voeckler de amarillo, pero difícilmente ganar la crono de mañana en Grenoble y es complicado pensar que llegue así hasta París. Porque si es uno de los hermanos Schleck el que le aparta del liderato y lo mantiene hasta el final, ni por asomo podrán ganar, frágiles como son en esa especialidad, la crono. La única posibilidad que le queda a la leyenda para mantener su estatus es que Evans se salga mañana, descarrile a todo el mundo, se vista de amarillo y vuelva a apabullar en el ejercicio individual de Grenoble, ecuación complicada, pero no imposible para el australiano, que ayer ya tomó la iniciativa.
Ninguno de los demás jerarcas del Tour, Cunego, Basso, Contador y Samuel, entran en las cuentas.
La etapa es otra historia. Corta. 109 kilómetros, un sube, baja, sube, baja, sube y final por el Telegraphe, Galibier y Alpe d'Huez, que en sus 26 visitas anteriores ha tenido veinte ganadores diferentes, todos sus nombres grabados en letras azules en los carteles que decoran las 21 curvas de la montaña. Y solamente seis han sido capaces de repetir gloria en la cima: precisamente Zoetemelk, Kuiper, Winnen, Bugno, Armstrong y Pantani. Es el Pirata quien asombró al mundo en 1995, cuando, cronometrado a 13,8 kilómetros de meta, firmó una ascensión de 36:50, la mejor hasta hoy. Si bien, Pantani copa el podio de las subidas al Alpe d´Huez, pues quien le sigue en cuarto lugar es Armstrong, que congeló el tiempo en 37:36. En este elenco de laureles cabe destacar las gestas de los dos únicos vascos ganadores en el Alpe d´Huez: Federico Etxabe (1987) e Iban Mayo (2003).