Edvald Boasson Hagen (Sky)4h18:00

Bauke Mollema (Rabobank)a 40"

Sandy Casar (FDJ)a 50"

GENERAL

Thomas Voeckler (Europcar)73h23:49

Cadel Evans (BMC)a 1:18

Franck Schleck (Leopard)a 1:22

Etapa de hoy, 18ª: Pinerolo-Galibier, 200,5 kms. ETB-1 (15.00 horas), Teledeporte (14.30) y Eurosport (13.00 horas).

Pinerolo. Las dos manos se estrechan otra vez. Son las de Contador y la de Samuel, socios en el negocio de la remontada, una empresa en construcción. Esta vez en Pinerolo, donde aterrizó hace tantísimos años Coppi, un uomo solo al comando, tras caer del cielo azul de los Alpes. Madrileño y ovetense también cayeron de arriba. O se tiraron. A por el Tour. Por la cuesta de Pramartino, estrecho, sombrío pero suave ascenso; estrecho, sombrío y terrorífico descenso. Para valientes. O locos. ¿No es ese el ciclismo más hermoso? La bajada acababa a tres kilómetros de Pinerolo. Allí aparecieron Samuel y Contador. Solos. Colaboraron. En el Tour llevan el mismo maillot. Les une la lucha por seguir escalando en la general.

Ayer, como en Gap, subieron otro escalón. Le comieron 27 segundos a Voeckler, que se salió dos veces en el descenso y acabó llegando con Basso, pésimo gestor de la velocidad. Evans y los Schleck, mejor con sol y calor los hermanos, les cogieron a un palmo de la meta. A Samuel y a Contador, a bloque en el llano, les faltó rematar su hermosa locura.

Rubén, sin premio Tampoco remató Robinho. Así llaman a Rubén Pérez, un dorsal en evasión. ¿Cuántas veces se ha escapado en este Tour? ¿Dos, tres, cuatro, cinco…? Unas cuantas. Tantas o más que en 2007, el año de su debut en la carrera francesa. Aquella vez fue el ciclista que más kilómetros corrió por delante del pelotón. Más que Jens Voigt. Muchos, vamos. Sin premio. El de la combatividad del Tour de ese año fue para su amigo Txurruka, otro ciclista valiente. Rubén y Amets son de los que gustan a los directores: dan más de lo que tienen. Y casi siempre es por otros. Generosos. Así, en el palmarés de Rubén Pérez solo figura un triunfo, la primera etapa de la Vuelta a Baviera de 2009, pero ha ganado más carreras. ¿Cuántas? Muchas. La última, hace unos días, en Luz Ardiden. Marchó todo el día escapado, subió y bajó el Tourmalet y luego esperó a que llegara Samuel a su rueda. Tiró de él hasta que reventó. "Rubén ha estado extraordinario. Todo ha salido perfecto", le alabó el líder de Euskaltel-Euskadi. Eso enorgullece, pero hasta en lo más hondo del ciclista más generoso habita un deseo personal. Una etapa en el Tour haría justicia con el vizcaino.

Hay dos maneras de conseguir las cosas: esperar a que sucedan o ir a por ellas. Rubén prefiere lo segundo. En Sestriere, otra vez en la fuga, despreció el abrigo del grupo. "Tenía que apostar, no había otra manera", explicó luego. Se fue solo. Por delante, una bajada larguísima hasta el pie de Pramartino, hacia donde corrió el de Euskaltel-Euskadi con determinación. Cogió minuto y medio y soñó. "Empecé a pensar que si cogía otro minuto más podía ganar la etapa", dijo. "Pero no sé qué ha pasado atrás que me empezaron a recortar". Ocurrió que el grupo se organizó y en Pramartino la diferencia del vizcaino era apenas de medio minuto. Insuficiente. Se lo tragaron en la subida. Su lugar lo ocupó Edvald Boasson Hagen, que se disparó en el ascenso, arriesgó en la bajada y aceleró en el llano para lograr en Pinerolo su segundo triunfo en el Tour, el cuarto de un noruego. La otra mitad es de Hushovd. Rubén llegó dos minutos y medio después y le subieron al podio. Fue el más combativo de la jornada. Recogió el premio con rabia. "No busco la combatividad, sino otra cosa". De momento, a Robinho le falta el remate de Boasson Hagen.

Voeckler salva el Tour A cinco minutos de la etapa, estaba en juego el Tour. En el embudo de Pramartino estuvo a punto de dejárselo Contador. La carretera adelgazó repentinamente, hubo una caída y el español tuvo que echar pie a tierra. "Me ha costado mucho volver; me he dejado muchas fuerzas", contó después. Pero llegó. Con su pedaleo de siempre, el que dice Eddy Merckx que, después de los Pirineos, ha vuelto a recuperar del Giro de Italia. Atacó dos veces pero esta vez no ocurrió nada. "La subida no era dura". Tampoco la de Gap. "Ya, pero esta vez no había factor sorpresa". Eso, como lo de la víspera, estaba hablado.

La voz de Contador volvió a susurrarle planes al oído de Samuel Sánchez. Durante la etapa hablaron de otro gran ataque, esta vez bajando. Había que tirarse sin frenos por el tobogán de Pramartino. A por el Tour, que sigue siendo, por ahora, de Thomas Voeckler, que lo defiende como un perro. El líder encabezó el descenso para defenderse. "Así se baja más seguro". Sí, si no te sales en la primera curva. "Perdí confianza". La que le sobraba a Contador, que se pegó a rueda de la moto persiguiendo la estela de su trazada. Le seguía Samuel, que también había tenido un susto y bajaba en el filo de la confianza. Y Voeckler. Error. "Cuando has tenido un susto lo que no se puede hacer es seguir forzando", reconoció luego en meta, donde exhaló un suspiro de liberación. Había salvado el Tour.

Lo pudo perder todo en una curva que se cerraba a la izquierda. Hizo un recto y antes de salir volando cerró los ojos. Cuando los abrió estaba aún sobre la bicicleta, en el patio de una casa. "Casi me mato", contó luego. Regresó al asfalto, reemprendió la marcha y se posó sin más sustos en el llano. Primero solo; luego en compañía de Ivan Basso. Ambos se dejaron 27 segundos en Pinerolo con el grupo de Alberto Contador y Samuel Sánchez, que se habían vaciado en el llano para caer en la orilla, a unos metros de la meta, donde acabaron Cadel Evans y los hermanos Schleck con su hermosa locura.

El desenlace final no entristeció a Contador, que dijo que seguiría dinamitando la carrera. "Hay que intentarlo", prometió. Hoy deberá ser cuesta arriba, en el tejado nevado de la cordillera alpina. Se suben el Agnello (2.744 metros), el Izoard (2.360) y el centenario Galibier (2.645), la meta más alta de la historia del Tour.