VITORIA. Ocurre con aquellas personas que tienen gen de campeón, que a la mínima concesión dan un golpe sobre la mesa y revientan la banca, y más todavía si entre sus manos disponen de una herramienta eficaz que multiplique sus prestaciones. "¡Qué día tan fantástico!", vociferaba por radio un pletórico Fernando Alonso, que exprimió ayer un grave error de Sebastian Vettel en el segundo cambio de neumáticos, en el que perdió unos ocho segundos, y el mayúsculo ritmo de su Ferrari para firmar su primera victoria en presente curso y avivar el Mundial, justo ahora que llega a su ecuador.

Nadie cuestiona que Alonso es el mejor piloto del circo de la F-1, al mismo tiempo que él estima que Hamilton es mejor conductor que el vigente campeón. Corre Fernando ahora de forma más cerebral que espectacular, y lo demostró de nuevo en Silverstone, sin arriesgar de salida pero atacando a un Webber que había perdido su pole por aquello de partir por el trazado menos seco. Padeció luego el astur frente al indomable Lewis, que remontó siete posiciones para auparse a la tercera plaza tras el primer paso por boxes ya que al cavalino le cuesta más calentar las gomas blandas. Pero bastó con que estas sumaran metros para que Alonso empezara a encadenar vueltas rápidas y a imponer un ritmo frenético al que tampoco los Red Bull podían hacer frente. Primero relegó al ostracismo en la vuelta 24 a Hamilton, y cuatro más tarde, soltó el hachazo definitivo. En una estrategia conjunta Sebastian y Fernando entraron a la vez en el pit-lane mediando una escasa diferencia entre ambos. El estrepitoso fallo de los mecánicos de la fábrica de las bebidas energéticas -un retraso en la colocación de la rueda trasera izquierda- hizo el resto, puesto que el alemán tardó 31,5 segundos, mientras que el de Ferrari salió escopetado en 23,9. Desde ese momento Alonso exhibió un poderío irreconocible con su volante desde su última victoria, el 24 de octubre de 2010 en el Gran Premio de Corea del Sur, y con el pedal a fondo se dedicó a ir incrementando los segundos de ventaja con la inestimable ayuda de Hamilton, quien trataba de no verse adelantado por Vettel, un cómodo colchón que convirtió su carrera en un paseo, un guiño al futuro, aviso para navegantes y un puñetazo en la mesa dirigido a los que han dudado de su maestría. "Yo miraba la pizarra cada vuelta pero todo me parecía poco", confesó luego. Por detrás, los Red Bull pugnaban por un segundo escalón que se decidió gracias a una bochornosa orden interna que instó a Webber a no atacar a su compañero cuando podía haberle superado con creces -"Deja distancia", le conminaron-; al tiempo que a Massa le faltaron únicamente milésimas para meter el morro a Hamilton en una recta final donde se rozaron poniendo en juego sus puntos. El brasileño acabó, incluso, fuera de la pista pero los comisarios, cómo no, no apreciaron nada ilegal. Eso sí, pura Fórmula-1. Buenas noticias para el bregador Alguersuari, décimo y arañando por tercera vez consecutiva.

mejoras y el difusor soplado La victoria número 27 de Alonso en su expediente demostró además que las recientes evoluciones introducidas por la escudería italiana -suspensiones traseras y modificaciones en el difusor- y el provisional cambio del reglamento que afecta a los escapes les han permitido morder definitivamente en la yugular de Red Bull. Los equipos aún tienen que llegar a un acuerdo para unificar una postura unánime relativa al difusor soplado. La discusión se refiere a los gases fríos, los que expulsa el motor cuando el piloto no acelera el coche y que recibe el difusor, lo que permite una mejor aerodinámica, concretamente en las curvas. Entre tanto, pelear por el título es aún una quimera, a 92 puntos del liderato, aunque toca agradecer a la fábrica de Maranello que no se rindiera cuando parecía no haber Mundial, haciendo honor a su rutilante historia. El mito de que en el box azul no se producen fallos de relieve se ha venido también abajo, más todavía cuando los repostajes son una especie de plató donde la obsesión de los mecánimos porque todo salga bien se torna a veces en contraproducente. ¡Que se lo pregunten a Button! Alonso, que por la mañana pilotó por el trazado del circuito inglés con el legendario Ferrari 375 F1, el primer coche de la Scuderia que ganó en Silverstone hace 60 años, quiso obsequiar a esta con lo que mejor sabe hacer: ganar. "Es un honor", se felicitó. Aunque el margen de Vettel respecto a Mark sea mayor... el Mundial parece haber vuelto para quedarse. Porque también Alonso lleva alas.