En la última etapa en línea del Giro de Italia, la de La Finestre y Sestriere, un día antes de Milán, Vasil Kiryienka logró la victoria del abrazo para el Movistar. Ese triunfo fue fantástico en las formas y descomunal en el fondo porque unió a todo el equipo en una sonrisa que recordó a la de Xavi Tondo, fallecido días antes en Sierra Nevada. Ayer, el ciclista bielorruso, que como Contador o John Gadret, empalmaba Giro y Tour -entre ambas había ganado la Ruta del Sur- sufrió una crisis inopinada y el resultado fue fatal para el equipo de Eusebio Unzue. Kiryienka se quedó solo y vacío en el avituallamiento y remó inútilmente para llegar a más de media hora del pelotón y, por consiguiente, fuera de control. Supone un nuevo revés para el Movistar, que tiene aún a Intxausti y Amador entre algodones. El vizcaino, mejor pero aún con molestias en el codo, se quedó en un corte que provocó el viento a 30 kilómetros de meta y perdió mucho tiempo y cualquier opción de luchar por el maillot blanco, su sueño cuando desembarcó en el Tour.
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