Paolo Tiralongo celebra su triunfo de etapa ante la presencia del líder Alberto Contador. Foto: efe

Son más bonitos los triunfos de los gregarios

19ª ETAPA bergamo-macugnaga

209 kms.

Paolo Tiralongo (Astana)5h.26:27

Alberto Contador (Saxo Bank) m.t.

Vincenzo Nibali (Liquigas-C.)a 3''

GENERAL

Alberto Contador (Saxo Bank)77h.11:24

Michele Scarponi (Lampre-ISD) a 5:17

Vincenzo Nibali (Liquigas-C.) a 5:52

Hoy, etapa 20: Verbania-Sestriere (242 Kms.) (15.00 horas, 'ETB-1', 'Marca TV' y 'Veo7')

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Se reía a carcajadas Felice Gimondi cuando Alessandra de Stefano, presentadora de la televisión italiana, le preguntaba a Eddy Merckx lo que hubiese hecho él de estar ayer sobre la bicicleta y en la piel de Contador en esta situación: después de un ataque feroz a kilómetro y medio de meta con el que se tragó al bueno de Joaquim Rodríguez y se quedó a la estela del dorsal de Paolo Tiralongo, sufriente y doloroso en la cabeza de carrera durante los kilómetros finales de la ascensión a Macugnaga, tendida pero eterna. "Yo te respondo", le dijo Gimondi, la sonrisa burlona, corriendo el riesgo de quitarle la palabra de la boca al caníbal; "habría hecho lo que siempre hacía: ganar. Eddy no perdonaba jamás". El belga otorgó. Calló.

Merckx no era mal tipo, cuentan, pero, aunque siempre respetuoso y educado, le dominaba un hambre voraz. Era insaciable y le recuerdan como tal. El caníbal. El mejor ciclista de la historia. Nadie lo duda. A Contador le preguntaron ayer si dentro de unos años, cuando se retire y tenga hijos y estos le den nietos a los que contar historias de cuando era joven y escalaba las montañas como la agilidad de un gamo, le gustaría que le recordasen como un buen ciclista o como una buena persona. Respondió que lo segundo. La persona. El hombre. "Sin dudarlo", dijo. En ello está.

Las palabras tienen menos peso que los hechos. Ni comparación. Las declaraciones las pierde el viento en la inmensidad del cielo y los actos perduran, anclados a la tierra. Es lo que queda. Cuando Contador respondió que prefería ser recordado antes como persona que como ciclista, el hombre había superado al mito por primera vez, quizás, desde que arrancara su epopeya en julio de 2007. Nunca había sido Contador tan cercano y humano como ayer en Macugnaga. Nunca, tampoco, tan aclamado y admirado.

Lo ocurrido se puede contar de dos formas.

Así, brevemente, con palabras: llegado a la rueda de Tiralongo, le superó, le susurró algo al oído y este se colocó a su rueda; 200 metros después, el italiano ganaba al sprint al español, que no puso oposición. Una de tantas historias del Giro.

O lo pueden narrar los rostros. Ahí está todo. El de Contador era de piedra. Un monolito a la suficiencia. Impasible y pétreo bajo la roca que tiñen de rosa los atardeceres luminosos de los Alpes. Por eso le llaman la montaña rosa. El Giro sí que tiene un líder como una montaña que se mueve como una hoja ingrávida. Lo dicho: volvió a despegar a kilómetro y medio de meta, se fumó a Joaquim Rodríguez, y se detuvo un segundo a rueda de Tiralongo.

El rostro de Tiralongo es desconocido. Es un hombre en la sombra. Un gregario. Un supergregario. Hace honor a su apellido: Tiralongo; Tiralargo; Tirasiempre. En once años de profesional solo había ganado una carrera -2004, una etapa en el Tour Down Under-. Contador ni le conocía hasta que se lo presentaron en la concentración que el Astana realizó en Pisa en 2010. Lo había fichado Giusseppe Martinelli. Luego supo Alberto por qué de tanto empeño. "Muchas de las victorias que logré el año pasado se las debo a él. Y en el Tour hizo un trabajo increíble. Fue imprescindible para ganar", recordó Alberto. Tiralongo, séptimo en la Vuelta de 2009, tiró como un poseso en la montaña del Tour. Era el eslabón anterior a Dani Navarro. O el último cuando al asturiano, sublime el pasado julio, flaqueaba. Alberto no lo olvida. "Es un buen amigo. Tengo una amistad increíble con él". Lo recordó todo ayer.

Contador salió a kilómetro y medio porque se lo pidió el cuerpo. "Tenía buenas piernas". Y se frenó a rueda de Tiralongo porque se lo dictó el corazón. "A veces hay que escucharlo". Luego pasó a su lado y le sugirió un final romántico a la historia. "No le he dicho nada", contó después la maglia rosa. Valen más los hechos que las palabras. Y más que los hechos, los rostros. El de Tiralongo, superado Contador, los brazos en alto al cielo de ceniza de los Alpes, era la pura esencia del ciclismo, un deporte que forja su memoria sentimental en el dolor pero que se cristaliza en un segundo de gloria. La fatiga, la agonía y el gozo inconmensurable de la victoria mezclaron en un gesto al que luego quiso poner palabras el italiano. "Ha sido increíble", dijo. Lo expresaron mejor antes su boca desencajada y los ojos desorbitados y cristalinos. La acuarela de la victoria de un gregario, las más hermosas.

Nieve, sexto; antón a 20 minutos Hubo más rostros en meta. Más que palabras. En un principio Joaquim Rodríguez no quiso hablar. Quizás furioso o quizás frustrado. O las dos. "Qué contar que no se haya visto. Yo también he corrido con Contador, pero no se nota", dijo luego desde las entrañas incendiadas. "No, no", negó Alberto, "yo no tengo nada contra Joaquim. Pero nada de nada. Cuando he atacado, además, Tiralongo estaba muy lejos todavía". Habló también Scarponi, pero poco y malencarado tras dejarse 13 segundos -cinco y ocho de bonificación- con Vincenzo Nibali, con el que lucha por el segundo puesto del Giro de Contador. Ahora solo tiene 34.

A 35 de Tiralongo y Contador llegó Mikel Nieve, que resistió como pudo, corajudo como siempre, en un día infernal de frío y lluvia -"hubo un momento que no se veía nada de nada", relató- y recuperó un puesto en la general. Es sexto tras el día malo de Rujano, que cedió más de un minuto. Muchos más, hasta casi veinte -19:31-, se dejó en el camino Antón en un día malo y saciado con la esplendorosa victoria que le elevó al Olimpo ciclista en el Zoncolan. Igor sufrió en el primer puerto, acogotado por la lluvia, y le atrapó después una caída -no se fue al suelo pero se quedó cortado y se le estremeció el cuerpo- que acabó por desconectarle. Hoy, quizás, si recupera las sensaciones, puede ser vital para defender la jerarquía de Nieve en la general. O para luchar por la etapa, otra de las míticas. La del terrible col de la Finestre, sobre tierra, que ya subió en su primer Giro, el de 2005; la de Sestriere y el aliento legendario de Coppi, Chiappucci, Indurain o Armstrong.

Contador respondió que prefería ser recordado como persona en lugar de como ciclista; ayer fue así de humano

Antón quedó cortado tras una caída y luego no le funcionaron las piernas; Nieve recuperó un puesto en la general

Alberto Contador, en el podio, vestido con la 'maglia' rosa. Foto: efe

"No he regalado nada a Tiralongo"

"No he regalado nada a Tiralongo", se justificó Alberto Contador. Tal vez no mintió el de Pinto, a pesar de todo, sabe que, de reconocerlo, de ser así, podría arder el pelotón en su contra. "Iba por delante un gran amigo mío, pero ha ganado él. Yo no le dije nada. Estoy más contento que si hubiera ganado yo", relató y prosiguió con su discurso: "Tiralongo no ha tenido ningún regalo, ha ganado por su fortaleza. Yo no le he regalado nada, bastante tengo con mantener la 'maglia' como para andar con regalos". El ataque a falta de kilómetro y medio fue algo impulsivo, dijo. "En la ultima parte me vi bien y decidí probar. El cuerpo me pedía ir para adelante. Llegué a Tiralongo, que iba muy fuerte y conseguí pasarle. Luego él me adelantó y ganó bien", narró el líder. No obstante, el vencedor de la etapa, el italiano del Astana, aseguró ver en el madrileño a un aliado. "Cuando faltaban seis kilómetros Alberto me dio una palmada en la espalda y me dijo que era el momento para saltar. Luego, cuando estaba en la recta de meta y vi que me alcanzaba. No percibí la presencia de un rival, sino de un amigo. Sabía que nunca me iba a pasar", apostilló.