vitoria
QUIÉN le ha visto y quién le ve al espigado futbolista de rostro adolescente que en la última Eurocopa fue el artífice del éxito de la tropa entonces entrenada por Aragonés. Fernando Torres, el niño que batió todos los registros con la camiseta red del Liverpool, en plena efervescencia de la era Benítez, ha caído a los infiernos en su corta etapa en el Chelsea de Abramovich, que desembolsó 60 millones de euros el pasado mes de enero con intención de conquistar la ansiada Champions, competición de la que los blues ya están eliminados. El delantero sigue sumando minutos (el sábado, solo ocho) y partidos (12) sin firmar un solo gol y empieza a dar muestras de desesperación. En el feudo del West Brom saltó al campo en el minuto 82, con todo decidido, marcó y, para colmó, el árbitro anuló el tanto. Gafado.
Su lenguaje corporal lo delata, al igual que sus resoplidos cuando su control es errático, cuando golpea el cuero defectuosamente pese a una posición ventajosa o cuando cae en fuera de juego. Apenas restan seis jornadas para dar carpetazo a esta Premier y algunos ya vaticinan que el club de Stamford Bridge le pondrá en el mercado, a precio rebajado, por si el City quiere hacerse con sus servicios. Y es que el Chelsea no se percató, o lo hizo tarde, de que fichaba a un jugador, si no decadente, si en una alarmante baja forma tras su lesión, posterior intervención en su rodilla derecha, operada en abril de 2010, y con sucesivas molestias musculares. Los compañeros le arropan pero los tabloides ingleses no tienen piedad de su crisis y ya han calificado su contratación como "la peor de la historia". Los aficionados ya hacen sangre: desde una página en Facebook llamada Yo he marcado tantos goles como Torres con el Chelsea hasta los cánticos de su exafición, la del Liverpool: Torres, like a virgin (Como una virgen). No es de extrañar que Ancelotti empiece a verlo como un problema, si bien es el técnico el primero en tener contadas las horas en el banquillo del Chelsea. Cuando relevó a Fernando en el descanso del encuentro de Liga de Campeones frente al Manchester, pese a lo adverso del resultado, trasladó un mensaje de sentencia. "¿Cuál es el problema del Niño?", se cuestionan los hinchas que se citan en los pubs del barrio Mayfair de Londres. Y eso en una entidad que ha soportado durante años el fantasma de Shevchenko, fiasco personal del magnate ruso.
El cuerpo técnico y médico insiste en que no se trata de algo físico, pero su falta de rapidez es evidente. Apenas supera la velocidad de los defensas, como plasmó ante Rio Ferdinand, a sus 32 años, recién restablecido de una larga dolencia de espalda. En el Liverpool hay quien opina que Torres no volverá a su mejor estado físico -en su primera temporada, 2007-2008, en Anfield marcó 33 goles en 46 partidos-. Su estado anímico y la presión por ser el fichaje récord también le pasan factura. Su impresión al llegar a Cobham, campo de entrenamiento del Chelsea, fue buena. Dijo que se respiraba mejor ambiente que en Anfield, "es todo más relajado, hasta se cuentan chistes". Pero recientemente dejó entrever pesadumbre: "Hay momentos en los que todo me parece un lío". Un entorno que le recrimina que ni siquiera pone esfuerzo por justificar su alto traspaso o su salario, de ahí que se le coloque en la lista de adquisiciones de tubería, como se denominan en la Premier los fiascos, junto a los casos de Hernán Crespo, Verón, Mutu, Shaun Wright-Phillips y el propio Shevchenko. Ocho años y 900 millones de euros después, Abramovich sigue sin saborear la gloria en Europa. El equipo llega a su fin de ciclo, situación en la que se halla el mismísimo Drogba.