Vitoria. La relación entre Dimitris Diamantidis y Juan Carlos Navarro no ha sido nunca un idilio romántico. Más que Vacaciones en Roma de Wiliam Wyler, su tira y afloja tanto en sus clubes como en los encuentros de selección sería más digno de La Guerra de los Rose, intercambio de empujones y conato de pelea incluidos en la semifinal del Eurobasket del 2007. La bomba y 3D, apodo con el que la afición helena conoce a su hijo predilecto (la tercera letra es de defensa) han protagonizado también la eliminatoria que esta tarde podría llegar a su fin si el Panathinaikos se impone de nuevo al Barcelona en el efervescente OAKA. Para sorpresa de muchos, el conjunto griego está a un paso de provocar un cisma en la entidad culé dejando a los catalanes fuera de la Final Four que ellos mismos organizan. Que el vigente campeón de la Euroliga se quede fuera de la lucha por el título en los cuartos de final resultaría inesperado, pero entendible. Al fin y al cabo, en los últimos seis años ningún equipo ha repetido cetro europeo. Pero que ese equipo tenga oportunidad de disputar la final a cuatro en su propio feudo lo convierte en una debacle que la propia Euroliga sufriría en sus propias carnes en forma de ostensibles pérdidas económicas.

Para eso, los hombres de Zeljko Obradovic, con Diamantidis a la cabeza, deberán repetir triunfo esta tarde a partir de las 20.45 horas ante un Barça en el que Xavi Pascual, como ya le sucediera en la final de la ACB del pasado curso frente al Baskonia, no acaba de encontrar al tecla adecuada ante el dominio técnico y táctico impuesto por el veterano Obradovic. Inteligente como él solo, Diamantidis causó un socavón de proporciones bíblicas el pasado martes con una jugada tan simple como efectiva.

La victoria por 76-74 estuvo cimentada en un mecánico pero contundente pick and roll con Mike Batiste que el cuadro culé se mostró incapaz de contener. Pasarán los años, aterrizarán nuevos y sesudos entrenadores, pero nada será tan efectivo como un simple y clásico bloqueo y continuación bien ejecutado. Ese problema, unido a la defensa mixta sobre Navarro ideada por Obradovic, ha acabado siendo mortal de necesidad -salvo sorpresa- para los blaugranas, que sin embargo ya saben lo que es revertir una eliminatoria que parecía perdida con un 2-1 en contra. Fue en los cuartos de final de hace dos temporadas, contra el Baskonia. Pero en esta ocasión parece que el puntal barcelonista, que el martes se quedó en 9 puntos después de sumar 13 y 19 en el Palau, ha encontrado la horma de su zapato en Diamantidis -18 puntos y 7 asistencias en el tercer duelo, además de alcanzar los 26 puntos en el choque inaugural-. Definitivamente, los clásicos nunca mueren.

el madrid afila sus dientes Por su parte, el siempre impredecible Real Madrid tiene ante sí (20.45 horas, Teledeporte) la oportunidad de sellar un billete que tras la dimisión de Messina parecía más lejano que nunca. Incluso ante un equipo tremendamente trabajado como este Power Valencia dirigido por Pesic, el equipo merengue ha sabido dejar a un lado los egos y aplazar los conflictos hasta final de temporada. Su victoria en la Fonteta, ante un rival encendido por su público, en el tercer choque por 66-75 fue digna de elogio. Con el 2-1 a su favor, luchar por su título continental en un Palau Blaugrana sin el Barça arrojaría toneladas de morbo a la Final Four. Un fin de semana en el que el Montepaschi, que también lidera su cruce ante el Olympiacos por 2-1, se encuentra a un paso de aterrizar si logra dejar fuera esta tarde al cuadro griego.